El futuro era de Fernando Alonso.
Con Michael Schumacher pasando de los 35 años y refiriéndose por primera vez al retiro, con ninguna nueva promesa del volante dando sombra a lo que ya hacía el asturiano, con los récords que se sucedían a la misma velocidad que Alonso tomaba las curvas: el más joven en conseguir una pole position, el más joven en conquistar un gran premio, el más joven en consumar la vuelta más rápida, el más joven en ser campeón.
En ese 2005 podía asegurarse que el futuro ya había llegado al deporte motor, comenzando un largo reinado de Fernando Alonso. Levantaría dos títulos consecutivos con Renault y abriría la subasta por sus servicios. McLaren-Mercedes, con el mejor monoplaza del serial, se lo quedaría, incorporando como su compañero al debutante Lewis Hamilton.
Ahí, en pleno cenit, inició el ocaso del español, precipitado por su duelo con ese Hamilton, al que, en principio, percibía como su subalterno. De entrada, McLaren intentaba jugar con esa rivalidad al lanzar un anuncio musicalizado con la canción infantil de “Todo lo que tú hagas, yo lo puedo hacer mejor. Yo puedo hacer todo mejor que tú”. Ahí, como niños malcriados, los dos pilotos competían por registrarse primero en el hotel, por ganar el elevador, por entrar antes al gimnasio, hasta que al final ingresaban al sauna y se sorprendían de ver que Mika Hakkinen había llegado antes…, presagio de lo que al final sucedería: que otro finlandés, Kimi Raikkonen, con motor inferior, les arrebataría el título por un punto.
Desde entonces transcurrieron once años de frustraciones: al principio, cerca del campeonato, después habituado a ni siquiera celebrar algún podio, con cara de fastidio y reproches permanentes (el último, unos días atrás, al captarse su comunicación: “no es posible correr con estos pilotos”).
Los expertos han coincidido en la absurda extrañeza de ver con sólo dos títulos a uno de los mayores talentos de la historia, un desperdicio a bordo de monoplazas lejanos a su nivel. Mala suerte, puede pensarse…, si es que la suerte existe.
Cuestionado al respecto, el pentacampeón Hamilton intentó ser respetuoso, aunque dejó un enunciado clave, enfatizando las malas elecciones de Alonso, acaso producto de soberbia y ansiedad: “Si te equivocas y piensas que controlas el mercado de pilotos (él creía que lo controlaba, a mi entender), tan pronto como dejas tu puesto en Ferrari, Seb lo ocupa y no es que puedas volver. Luego dijo ‘voy por el puesto de Seb’, pero luego lo ocuparon con Max y dijo ‘oh, mierda’ y se quedó sin sitio”.
Tendremos a Alonso en la Fórmula 1 por dos carreras más. Se irá con los mismos trofeos que tenía cuando se aseguró que el futuro era de él: frase dicha cuando, imposible sospecharlo, su gloria ya estaba en el pasado. No así, su tremendo talento.
Twitter/albertolati