Pasaron ya cuatro Grandes Premios de México en la era moderna de la F1 en este país, se coronó Hamilton, repitió el primer ganador consecutivo que fue Verstappen, y desde el punto de vista de quienes nos escrutinan desde fuera el evento fue el mejor hasta la fecha.
Traté de investigar los ‘por-qués’ preguntando a colegas y personas cercanas a los núcleos de la F1y la respuesta es tan recurrente que parece un simple lugar común: “Gente, energía, el espíritu que contagian, fiesta”.
Pero, a final de cuentas me parece que es justo ya que en otros sitios la Fórmula 1 casi pasa ya como un bonito trámite deportivo, que las autoridades gustan adornar con baile y desfiles, pero que no pone al aficionado al centro de la conmemoración, como ha sucedido aquí.
En lo deportivo, uno de mis pendientes era ver la evolución deportiva que han tenido las reformas al trazado en los pilotos de la actualidad porque ya sé que a los de generaciones anteriores, pilotos y fanáticos, les gusta menos.
Muchos piensan que dejó de ser competitivo. Se lo pregunté a Daniel Ricciardo y me dijo que le parece un desafío completo, tal vez no a la altura de la pista antigua con rapidísimas curvas como la peraltada y las eses, que él solamente vio por televisión.
Sin embargo lo dejó claro: “Técnicamente sigue siendo muy difícil sacar provecho de las frenadas, hay varias zonas de rebase como la curva 1 y la curva 4, pero además en la zona lenta (Foro Sol) hay una oportunidad en la 13, pero es para pilotos que buscan generar el error del rival, no es sencillo”.
Hoy en día el Gran Premio de México convive con una generación diferente de espectadores y participantes, de promotores y autoridades también.
Por estos días será sometido a revisión de los nuevos gobernantes de la ciudad y del país, para determinar si el contrato que finaliza en 2019 puede extenderse por más tiempo.
A todos nos parecerá natural que los nuevos administradores encuentren irrelevante aportar dinero a un evento que no es para las masas y que no es sencillo de entender por las variantes que tienen sus repercusiones.
El rubro de derrama económica ha evolucionado de la siguiente forma, en su primera celebración sumó12,781 millones de pesos, el año siguiente fueron 12,080, y el año pasado 2017 se recaudaron 8,400 millones de pesos.
Las cifras del 2018 saldrán en semanas, pero este es un hecho contundente. No hay nada que ponga a girar en la economía de la ciudad y del país ese dinero, casi 40 mil millones de pesos, en una ventana muy corta de tiempo.
De acuerdo Formula Money que audita y que, por cierto acaba de publicar números sobre una reciente caída de valor de acciones del negocio Fórmula 1 y digo esto para que no se piense que es un órgano ‘a-modo’, si a la derrama económica se suma el costo de la exposición mediática que ha obtenido México el valor de la inversión asciende a casi 21 veces por cada peso colocado, entre dinero público y privado.
Nuestro Gran Premio en 2018 estuvo expuesto a 40 por ciento más de tele espectadores que el rating promedio de toda la temporada, un logro superior al contrastar frente a países como Holanda, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Estados Unidos y Brasil. 185 países reciben la señal de Fórmula 1en vivo, por lo que el mensaje que se manda desde México obtiene una palanca de apoyo muy poderosa.
Así están las cosas. La fecha clave es febrero 28 para que se respete la posición de México en el calendario a partir del 2020. Y si bien ya no se negociará con las leoninas condiciones de Bernie Ecclestone, pues… quién sabe qué sea peor.
Si de cualquier forma se sigue pensando que todo lo bueno que representa la sede de Fórmula 1 no es trascendente, hay que tocarle la puerta a los holandeses, a los vietnamitas, y preguntarles por qué arriesgarían su dinero para llevar Fórmula 1 a sus países. De seguro son tontos.