Foto: Gabriela Esquivel Sonrientes y en espera de que alguien los orientara sobre los transbordos que tendrían que hacer para llegar, en varios casos, al Zócalo capitalino, y en otros al Ángel de la Independencia, los hondureños y salvadoreños caminaron por el andén con dirección a la estación Chabacano  

Bañados, cambiados, bien peinados y con algunos pesos en los bolsillos, migrantes centroamericanos, sobre todo jóvenes, salieron del albergue instalado en el estadio Jesús Martínez “Palillo” a turistear por la Ciudad de México.

En grupos de tres, cuatro y hasta cinco personas, ingresaron a la estación del Metro Ciudad Deportiva, que corre de Pantitlán a Tacubaya, y que se encuentra a unos pasos de la puerta seis del campo deportivo.

Sonrientes y en espera de que alguien los orientara sobre los transbordos que tendrían que hacer para llegar, en varios casos, al Zócalo capitalino, y en otros al Ángel de la Independencia, los hondureños y salvadoreños caminaron por el andén con dirección a la estación Chabacano, algunos a sugerencia del personal del Metro, tuvieron que esperar un vagón vacío.

Brayan, Carlos, Jeisser, de 16, 25 y 19 años, llegaron anoche y con la sonrisa a flor de piel quieren conocer los puntos emblemáticos de la Ciudad de México: “Nos han hablado qué hay lugares lindos y no queremos perder la oportunidad de conocerlos”.

Ellos provienen de familias sumidas en la pobreza, dos son de origen hondureño y uno salvadoreño. El 12 de octubre, junto muchos otros, cruzaron la frontera México-Guatemala para alcanzar el sueño americano.

“Hay muchas ‘maras’ y pandilleros, a uno lo amenazan si no se mete a las bandas, mejor fue tomar la decisión de venir en la caravana, si no nos metemos con los ‘maras’ nos matan”, asegura Carlos.

Brayan cambió su expectativa una vez que se le ha dicho en el albergue que en México hay empleo y hasta una vivienda puedes obtener.

“Quizá me quede en este país si no me dejan pasar a Estados Unidos. México se mira formal, allá en mi país sacaba arena, piedra de río y no me alcanzaba el dinero para la canasta básica”, relata.

No hay trabajo, agregan los otros, por eso “nos aventamos a venir para acá”, aseguran los migrantes centroamericanos que han alcanzado la capital del país.

Con sus sueños y los pesos que lograron juntar con la gente que pasaba antes de ingresar al Metro, los tres abordaron, como otros más que iban subiendo las escaleras eléctricas, el vagón que los conduciría al corazón de la Ciudad de México.

JMSJ