La decisión de Morena de desescalar provisionalmente el tema de “prohibir” el cobro de comisiones bancarias y pasar a “un equilibrio” de acuerdo con el mercado mundial, muestra sensibilidad, diálogo interno y la atención moderada a las aspiraciones bancarias de contener daño a sus excesivas ganancias y cobros.
Bancomer, por ejemplo y claramente, ha sido el banco más activo en el intento de penetrar la estructura de decisión de Morena en la capital del país y a nivel federal.
El proyecto del aeropuerto de Texcoco, desplazado de las prioridades del nuevo Gobierno, así como la propuesta legislativa de disminuir o cancelar las numerosas y costosas comisiones que cobran los bancos a sus clientelas mexicanas, han sido alternativamente temas de su mayor interés desde la precampaña, según se lo manifestaron a personas cercanas a los equipos respectivos en la capital nacional y en el nivel federal.
Bancomer está involucrado en 80% de los contratos relacionados con el aeropuerto desplazado. Al ocupar el liderazgo por número de sucursales en el país, y proviniendo sus ingresos en más de 30% del cobro de comisiones, más del doble de lo aplicado en Europa, la urgencia de ese grupo financiero de controlar la decisión es un hecho patente.
El grupo de bancos con sede en nuestro país, busca mantener a México como una de las principales fuentes de ingreso extraordinario de las oficinas globales. Las utilidades mexicanas de los bancos crecieron 12 veces más que el PIB nacional en el último sexenio.
Las versiones matizadas de los intentos de influir en Morena por Bancomer, son incluso presentadas como si hubiesen sido recibidas satisfactoriamente de cuerdo a ciertas versiones de los hechos.
La decisión de posponer o no la votación en el Senado a favor del proyecto de Ley en relación con las comisiones no se ha consolidado, como tampoco la determinación del próximo Presidente de posponer o no la propuesta de medidas normativas para aminorar el costo de comisiones que al menos duplican las cobradas en los mercados europeos y en el resto de Norteamérica.
A contracorriente de la opinión de aquellos que se sintieron o fueron derrotados durante la elección del pasado 1 de julio, la enorme mayoría de los cuadros dirigentes de Morena están acostumbrados a diversas maneras de construcción de consensos y de consultas.
En contraste también con la imagen que los voceros de los segmentos partidistas derrotados buscaron crear sin éxito antes de la elección, Andrés Manuel López Obrador pide y escucha opinión.
Lo hace dentro y fuera del espacio de sus más cercanos.
Suponer que por ello no ejerce la decisión definitiva y el poder necesario para hacerla ejecutiva, es pretender que será un mandatario semejante a Vicente Fox o a Enrique Peña Nieto, el primero dominado frecuentemente por decisiones conyugales y, el segundo, por la inhabilidad de definir prioridades de entre las propuestas que le presentaban los líderes de los principales grupos de decisiones alrededor de su casi extinto Gobierno.
@guerrerochipres