¿Cómo revivir a un muerto? Hace varios días que esta pregunta da vueltas por mi cabeza. Desde hace ocho días, cuando se anunció la nueva consulta ahora a favor de la construcción del tren maya, que por cierto ya tiene fecha de inicio de obra el 17 de diciembre. Pero dejando esto a un lado, mi duda persiste, cómo se le dará vida a un ejercicio público que nadie quiere, en el que nadie cree y que recibirá los mismos 700 mil votos que recibió el aeropuerto de Santa Lucía.
Votos que no representan una realidad ni una opinión certera. Por eso insisto: ¿para qué tratar de revivir un muerto? La primera vez que entró en acción, tuvo la oportunidad de caminar tranquila, de sobrevivir vitaminada por la esperanza de un cambio, con nuevos aires limpios que respirar, pero poco a poco se fue debilitando, ya fuera por la fiebre de los discursos y las descalificaciones, hasta que la mataron los cuestionarios mal redactados, los colores partidistas, la mala ubicación de las casillas y la remataron el resultado de sus análisis, que no dieron siquiera oportunidad de darle una transfusión de aliento.
Por eso creo que la resucitación que se pretende hacer los próximos 24 y 25 es lastimosa, porque solo tendremos a un cadáver de parapeto, sin la menor esperanza de vida, que solo servirá para provocar el escarnio público, y más si ya no solo es una pesada piedra que le tocará cargar, ahora serán tres: el Tren Maya la refinería en Dos Bocas, Tabasco y el Tren del Istmo.
Pobre consulta, si ya vimos que con la primera no pudo, ahora cómo la resucitarán para su nuevo show.
¿No será mejor que ya descanse en paz?