La impostura es tramposa, pero genial.
En primer lugar, el electo Andrés Manuel López Obrador incluyó entre su poderoso equipo de asesores a los no menos poderosos concesionarios de televisión y radio, en primerísimo lugar a Televisa, a la que el tabasqueño elogió sin límite apenas hace días.
Televisa, dijo, “es extraordinaria para el país”.
Y, acaso en respuesta al elogioso trato, los periodistas de Televisa –de Tercer Grado recargado- faltaron a su responsabilidad social y profesional frente al nuevo Presidente.
¿Cuál responsabilidad? La de preguntar y repreguntar; la de ser los más incisivos ante el poder -como la mayoría de ellos preguntan a otros actores políticos no amigos de la televisora– para dejar al descubierto el engaño, la mentira y la impostura del nuevo Gobierno.
Pero en este caso no hubo agallas, no hubo permiso o, de plano, pactaron a modo la cacareada entrevista. Y es que los otrora aguerridos Loret de Mola y Denise Maerker –por ejemplo- parecieron lobitos domesticados que sólo amagaron con el zarpazo, pero que escondieron la garra. Y ni hablar de la abyección de René Delgado –de Reforma-, por décadas aplaudidor profesional de AMLO.
Así, Tercer Grado se mostró como el buque escuela de la docilidad y el comportamiento a modo que mostrarán las grandes televisoras, frecuencias de radio y diarios –sumisos y obedientes- ante el nuevo poder presidencial.
Por ejemplo, alcanzó tendencia en redes un fragmento de la entrevista en donde el Presidente electo es cuestionado sobre su reiterada declaración de que sacaría a militares y marinos de la lucha contra el crimen y los regresaría a los cuarteles, lo cual fue negado por Obrador reiteradamente durante Tercer Grado.
A sabiendas de que mentía de manera flagrante, ninguno de los periodistas de Televisa se atrevió a decir la palabra mágica: “mentira”. Peor, nadie expuso con fuerza que Obrador violó la Ley de Consulta y la Constitución. El miedo mediático al poder de un solo hombre.
Y es que Tercer Grado confirmó que en tiempos de fiscales carnales, de ausencia de contrapesos y poderes sometidos –como los Poderes Legislativo y Judicial-, también llegaron los tiempos de someter a los poderes fácticos, a Televisa, convertida en el “Carnal de las Estrellas”, en donde se forman los nuevos soldados del Presidente y del nuevo PRI, motejado como Morena.
Pero acaso la mayor impostura se localiza entre los 30 millones que legitimaron a Obrador; 30 millones que odiaban a Televisa y que hoy aplauden al “Carnal de las Estrellas”.
Es decir, que julio de 2018 pasará a la historia como el año no sólo de la elección en la que ganó AMLO, sino el año en el que se produjo el milagroso perdón de Televisa, por un tercio de los votantes mexicanos.
Y, en efecto, por obra y gracia del Mesías, Televisa, Azteca, Milenio, Grupo Imagen, Radio Centro, Radio Fórmula… ya no pertenecen a la “mafia del poder”, sino que se consolidaron como los nuevos aliados del gobierno populista de AMLO. Regreso de medio siglo.
Al tiempo.