En 48 horas dará inicio la consulta para el Tren Maya, tal como lo anunció el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
En estos dos días el Gobierno entrante tendrá la oportunidad de mostrarle al país su capacidad de aprendizaje, toda vez que se les presenta el invaluable momento de mostrar que saben escuchar a la ciudadanía, pueden corregir fallas y, sobre todo, mejorar y superarse a sí mismos.
La consulta, como es lógico, remite al mecanismo que se utilizó para determinar la cancelación de la obra del aeropuerto en Texcoco, el cual fue duramente criticado por empresarios, analistas, expertos y una parte importante de la sociedad ante inconsistencias que, mucho convendría a la legitimidad de la nueva administración y sus decisiones, se enmendarán el próximo fin de semana.
Si bien el Tren Maya podría ser la tempestad que se avecina, u otra batalla anunciada; tanto Gobierno como críticos tienen la oportunidad de mostrarse sensibles, abiertos y dispuestos a cooperar en beneficio del país; el primero al transparentar y aplicar metodologías más estrictas al sondeo, y los segundos, al demostrar que no se trata de rechazar la obra en reacción a la anteriormente cancelada.
Visto desde otro ángulo, se debe evitar caer en la tentación de aplicar la misma consulta y demostrar que la opinión y quejas de una parte importante de la sociedad no tienen ningún impacto en las decisiones de Gobierno, situación que seguramente tendrán atendida en el equipo de transición.
Aunque Andrés Manuel López Obrador ha sido enfático en que la consulta se realizará este fin de semana y la obra arrancará el próximo 16 de diciembre, a pesar de ello, aún queda un resquicio para demostrar que la consulta reflejará la opinión de los mexicanos. Dar a conocer los sitios en donde se ubicarán casillas, contar con boletas en las lenguas que se hablan en los municipios que se verán directamente afectados, así como establecer el impacto ambiental y social que tendrá la construcción en esos lugares son algunos de los ejemplos para darle credibilidad.
Es importante destacar que cualquier obra o intervención humana en el espacio natural tiene un impacto; hasta la agricultura conlleva un impacto ambiental, una obra de la envergadura del Tren Maya generará modificaciones en el entorno, lo que tiene que aquilatarse es si existe una justificación en términos de los beneficios sociales, económicos y de desarrollo, si los mecanismos de mitigación podrán restablecer las condiciones iniciales del territorio, pero sobre todo si existe la capacidad de comunicar esto a la población que habita en la zona.
El tren de pasajeros y de carga transitará por Tabasco, Campeche, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo con tres tramos de ruta: el de selva con poco más de 426 kilómetros, el Caribe con 446 y el del Golfo con, por lo menos, 653 kilómetros, esto significa que millones de mexicanos podrán encontrar en esta obra una vía de acceso a un nivel mayor de bienestar. ¿Pero ya se les comunicó o se repetirán los mismos errores de la consulta pasada?