La propiedad intelectual es un tema fundamental para el desarrollo de las económicas mundiales, es generadora de riqueza y pondera al ingenio como parte de la sociedad del conocimiento, desafortunadamente nuestro país no se caracteriza precisamente por liderar en el tema del registro intelectual, lo que ha generado que algunas de las creaciones, símbolos o ideas de los mexicanos, sean tomadas por empresas trasnacionales.
Trasladar este tema al plano cultural mexicano, nos deja de manifiesto la incertidumbre que existe en nuestro país, por el abuso que se ha cometido en contra de las creaciones de los pueblos indígenas; se trata de perdidas económicas para uno de los sectores más vulnerables en el tema financiero, me refiero al sector artesanal.
A decir de la Secretaría de Turismo, la adquisición de artesanías representa el 4% del producto interno bruto, lo que nos da una clara dimensión del daño que se le puede generar a la economía de no implementar mecanismos de defensa, prendas que no solo nos dan identidad, si no que contribuyen plenamente a la economía nacional.
Las practicas desleales hacia los diseños artesanales, perjudican a los más de 12 millones de artesanos que existen en México, según señala Fonart.
Su sistema de producción y la dedicación de un horario determinado para la construcción de cada pieza puede quedar a la deriva con el plagio de los diseños que las grandes empresas han realizado.
Según la Encuesta de Consumo Cultural de México, del INEGI la distribución por mujeres, rango de edad y rama artesanal son 4 millones 900 mil 231 mujeres de entre 12 y 60 años y más, en lo referente al plano textil es de, 1 millón 530 mil 475 mujeres las relacionadas directamente.
En México, la población indígena cuenta con pocas posibilidades para acceder a un estilo de vida que los dignifique y si a esto le sumamos el creciente interés de empresas de moda internacionales por el uso de diseños, bordados y tejidos indígenas genera una indiferencia por la conservación de la cultura textil mexicana; que deja una combinación de vulnerabilidad.
Y fue justo aquí donde marcas como Zara, Mara Hoffman, Pineda Covalín, Rapsodia, Madwell, Intropia, Mango e Isabel Marant, entre otras, a decir de la asociación Impacto aprovecharon las posibilidades de las creaciones indígenas mexicanas para generar prendas con plagios por demás evidentes.
Por lo pronto, la adquisición de productos textiles de comunidades indígenas, así como el impulso a través de programas y organizaciones, deben generar acciones que favorezcan al diseño, bordado y tejido artesanal mexicano.
Sin embargo, la principal tarea pendiente de las autoridades es contar con mecanismos certeros para la defensa de estas creaciones, y generar conciencia del daño que le hacemos a los artesanos creadores de estos diseños originarios al comprar prendas de las grandes marcas con copias de los diseños artesanales y evitar adquirir productos que tengan como origen cualquier tipo de transgresión a la cultura mexicana.
LEG