Seguramente alguno de los gobernadores que despacha en la comodidad de su virreinato leyó la historia del último siglo de mandatarios estatales en México.
Y luego de visitar esa “historia negra”, el gobernador decidió dar la voz de alarma que habrían escuchado 13 de sus pares; 12 gobernadores del PAN y el de Jalisco, por Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro.
¿Por qué la voz de alarma?
Por el regreso del centralismo priista en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien amenaza con los “superdelegados” que serán los mandones en cada entidad federativa y los verdugos de los mandatarios revoltosos.
¿Y qué pasará con esos inconformes…?
Poca cosa, la purga de todos aquellos mandatarios estatales que no se plieguen al nuevo régimen y al centralismo del nuevo Presidente.
Es decir, ay de aquel gobernador que se oponga porque perderá la cabeza. Y si dudan, basta revisar la respuesta del electo López Obrador a la “rebelión de los 13”.
Dijo: “No aceptaré chantajes”, en respuesta a los gobernadores que acudirán a la Corte.
Pero no es nueva la persecución de gobernadores. En 70 años –1929-1999-, de Calles a Zedillo-, el poder presidencial derribó a 91 gobernadores, por distintas razones y diversos métodos; un promedio sexenal de 13 gobernadores retirados y/o presionados para renunciar.
Los Presidentes que más gobernadores tiraron son Calles, con 21, seguido por Carlos Salinas, quien dejó 17 entidades sin gobernador.
En los gobiernos de Calles, Cárdenas, Ruiz Cortines y Alemán, el instrumento para tirar gobernadores fue el Senado de la República, que junto con el Ejecutivo inventaba conflictos contra el mandatario estatal en rebeldía.
Con Echeverría, López Portillo y Miguel de la Madrid, el instrumento fue la Secretaría de Hacienda, al cerrar la llave del presupuesto.
Con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, el instrumento para derrocar gobernadores fueron los medios: Televisa y Azteca. Hoy la guadaña serán los medios y las redes.
Curiosamente, cuando el electo Obrador intenta regresar al poder absoluto de los últimos 70 años –para someter a los gobernadores de la oposición-, algunos de sus “hombres de confianza” dieron ejemplo de dignidad, en su tiempo de gobernadores-, y no se dejaron mangonear.
¿Qué dirían hoy de los “superdelegados” los ex gobernadores Manuel Bartlett y Ricardo Monreal, quienes en sus Gobiernos estatales enfrentaron y derrotaron al poder central, por sus excesos? ¿Aplaudirían hoy esos excesos?
¿Qué dirá Esteban Moctezuma, quien estuvo en los dos bandos; la Secretaría de Gobernación que en el gobierno de Ernesto Zedillo operó la caída de gobernadores, pero que al final fue echado luego que no pudo con el gobernador Roberto Madrazo?
Por lo pronto, parece que los 13 gobernadores en rebeldía -ninguno del PRI, curiosamente- estarían dispuestos a llegar al final de un choque con el Presidente, que podría crear una severa crisis de gobernabilidad. ¿Cuántos de los 13 gobernadores aguantarán la presión?
Al tiempo.