Esta semana termina la administración de Enrique Peña Nieto -por cierto, muy “ausente” del mandato que le dimos en su momento los mexicanos-, y por otra parte, el 1 de diciembre con el inicio de la nueva administración 2018-2024, de Andrés Manuel López Obrador, con un cambio en la política económica y social.
Hasta el cierre del 23 de noviembre pasado, los mercados financieros en México han venido registrando rendimientos negativos en el año. Podemos decir que desde finales de septiembre entre aspectos de ajuste global de mercados y eventos internos especialmente de iniciativas del próximo Gobierno, el movimiento negativo se aceleró y el entorno económico hacia la inversión y el consumo perdió fuerza.
El peso mexicano es una de las principales válvulas de escape dentro de las variables macroeconómicas. Acumula una depreciación cercana a 4.0%, pero viene de un movimiento de apreciación desde mediados de junio al 7 de agosto pasado de casi 11%. Se encuentra en una zona muy delicada en el mercado interbancario de $20.40 a $20.65. A) Una ruptura al alza de esta zona en cierre implicaría la búsqueda con velocidad de niveles de $21.00 a $21.15. Significaría un deterioro y rompimiento técnico importante de mediano plazo que podrían llevar a movimientos de mayores pérdidas para la divisa nacional. B) Si respeta esta zona de $20.40-$20.65, podríamos ver muy probablemente movimientos hacia $19.80-$19.50 dando un mayor tiempo de estabilidad, aunque sensible.
Por el lado del mercado de deuda, hemos visto flujos de inversión más orientados al corto plazo en inversión en Cetes, líquidos y con garantía federal. La parte media-larga de los bonos gubernamentales se ha presionado al alza, generando minusvalías en portafolios de inversión de mediano y largo plazos como las Siefores y Fondos de Inversión. Actualmente la tasa de referencia es de 8.0% anual, pero un riesgo de salida de flujos pudiera presionar fuertemente al Banxico y a la Comisión de Cambios a tomar nuevas y más drásticas medidas para evitarlo. Consideramos que es momento de que actúen si es que es viable, o prefieren a esperar y actuar bajo una mayor tormenta en los mercados. De no hacer nada y seguir con cierto deterioro en la confianza y el crecimiento económico, las condiciones de la economía en un año podrían llevar a las tasas de interés a 10% o más. Seguramente ya con una baja en la calificación soberana de nuestro país.
La Bolsa, por ejemplo, ha caído 17%, que es lo que trae como rendimiento negativo en 2018. Ha registrado una pérdida casi 25% del valor de capitalización medido en términos de dólares. Sobre la zona de los 40 mil 500-39 mil 250 puntos, tendrá una prueba relevante de corto plazo. O el mercado entra a un pequeño período de intento de estabilidad y posible reacción temporal de alza o significa un mayor deterioro, pero en forma más acelerada con objetivos inferiores aún del orden de 15%.
¿Hacia dónde vamos? Los mercados nos anticipan posibles riesgos adicionales negativos. Por ello, tanto el Banxico, la SHCP, la Comisión de Cambios y el propio Gobierno en la parte del Ejecutivo y Legislativo deben actuar coordinadamente y ser facilitadores del crecimiento económico de manera “ordenada y transparente” para dar confianza, pero deben de incluir al sector privado si quieren tener éxito en su gestión.