Ante la ausencia de una oposición real, el único contrapeso al poder absoluto del nuevo Gobierno será la Suprema Corte, a pesar de que entre sus ministros existen probados “lopistas”, algunos incluso aspirantes a presidir el máximo tribunal.
Y el primer paso de “la guerra que viene” -entre el Ejecutivo y el Judicial- lo dio la Corte al permitir la controversia constitucional presentada por la CNDH contra la Ley Federal de Remuneración, por un lado, y, por el otro, el amparo que promueven ministros, magistrados y jueces, contra el tope sala.
En ese primer paso, el objetivo de la Corte es demostrar que la citada reforma es inconstitucional, lo cual significará el primer revés al nuevo Presidente, quien promovió la reducción salarial como un primer mensaje de que el suyo será un verdadero Gobierno de austeridad.
Pero, además, es un hecho que veremos una lluvia de amparos no sólo del Poder Judicial, sino de otros poderes en donde distintos funcionarios rechazan el tope salarial de 108 mil pesos, impuesto por AMLO.
Sin embargo, resulta con una fuerte carga política la señal enviada por el Poder Judicial al nuevo Presidente. Es decir, la Corte en particular y toda la Judicatura, en general, serán el único contrapeso al poder absoluto que tendrá López Obrador.
Y es que los contrapesos formales construidos en las últimas tres décadas de la joven democracia mexicana –los partidos de oposición, los medios y los empresarios- prácticamente han sido sometidos por el nuevo Gobierno.
Por ejemplo, los partidos de oposición en el Congreso no gravitan más, mientras que la mayoría de los grandes medios confirmaron que se han plegado al poder en turno y los empresarios ya no son el poder fáctico capaz de contener el populismo que les asusta.
Por eso, el Poder Judicial entrará a la historia de los grandes equilibradores del poder, si es que sus ministros, magistrados y jueces entienden el papel que les encomienda la historia.
De esa manera, el Poder Judicial podría ser el único contrapeso institucional real al poder absoluto de Morena, junto con el otro contrapeso emergente que ya apareció en la escena nacional; es el poder ciudadano.
¿Qué significó el rechazo abrumador de los ciudadanos a la segunda consulta de AMLO?
El mensaje social es contundente, a pesar del engaño monumental de la consulta y que se sumaron a ese engaño muchos de los grandes medios.
Pero ya está en puerta un segundo frente de conflicto; la guerra de los gobernadores con el poder central. La primera señal la dieron 12 mandatarios del PAN y el de Jalisco, quienes rechazaron a los “superdelegados” de AMLO.
Y apenas ayer, con un fino olfato político, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, respondió a los intentos centralistas con “una bofetada con guante blanco”. Es decir, decidió romper el acuerdo para la descentralización educativa y, con ello, regresó a la federación el pago de la nómina magisterial.
Pronto veremos las batallas, las bajas, a un derrotado y un ganador.
Al tiempo.