Estamos viendo a un Gobierno que tiene muchas ganas de dar inicio a su mandato formal, lo cual será a partir del próximo 1 de diciembre. Un Gobierno que quiere cambios significativos hacia un bienestar de la población, a través de cambios en la forma de gobernar y con objetivos muy claros, erradicar la corrupción, retornar a la seguridad, ejecutar los programas sociales, crear una inversión pública productiva y mantener una disciplina fiscal.
Una vez que tomen posesión formal, tendrán la responsabilidad de conducir al país al 100%. Hasta ahora, quedó un vacío en la gobernabilidad por varios meses con efectos negativos en los mercados.
La administración actual se olvidó de su mandato, y el futuro Gobierno aún no tiene la formalidad de llevarla a cabo. ¿Qué equipo es el responsable de los movimientos del tipo de cambio, de la caída en la Bolsa y de la presión en las tasas de interés?
Estos movimientos generan un riesgo hacia la población, ante una mayor inflación en productos y servicios, rendimientos negativos en las Siefores (ante la fuerte volatilidad experimentada en el último mes y medio), aumento en el costo de servicio de deuda del Gobierno, mayor endeudamiento para las personas que utilizan la tarjeta de crédito o préstamos de otras características, así como pérdida de competitividad para las empresas.
Además, la caída en Bolsa, como hasta ahora, tiene un posible efecto hacia un menor crecimiento de nuestra economía, en donde un nivel bajo de confianza afecta la inversión y el consumo.
Ver una depreciación cambiaria lleva a las empresas a ajustar precios y a buscar cuidar un margen operativo, pero también le genera un aumento en los costos de producción, como el simple hecho del aumento en el precio de la gasolina.
Quizá, ésta es la parte que falta entender a algunos miembros que conforman al nuevo Gobierno, en donde para lograr las metas que se propone el futuro Presidente, Andrés Manuel López Obrador, requiere del apoyo y la participación de la iniciativa privada.
Hoy estamos a la expectativa del mensaje inicial del nuevo mandatario, así como de un presupuesto que garantice la disciplina fiscal y dé tranquilidad a las calificadoras crediticias y a los inversionistas.