El narcotraficante colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía, alias “Chupeta“, testigo del Gobierno de EE.UU. en el juicio a Joaquín “El Chapo” Guzmán, detalló hoy los nexos entre el cartel de Sinaloa, liderado por el capo mexicano, y el del Norte del Valle, del que él formó parte.
En el segundo día de su testimonio, Ramírez, apodado también “el hombre de las mil caras”, contó cómo conoció al narcotraficante mexicano en 1990, cuando comenzó a venderle cocaína por la rapidez con la que el Chapo transportaba la droga desde México a Estados Unidos.
Ramírez, extraditado en 2008 a Estados Unidos desde Brasil y que está pendiente de conocer su sentencia, explicó que antes de conocer al líder del cartel de Sinaola, ya trataba con otros miembros de esta organización, entre ellos los hermanos Arellano Félix y a Ismael “el Mayo” Zambada y a su hermano Jesús “el Rey” Zambada, que ya testificó en este juicio.
En su testimonio contó cómo, tras tener problemas para el envío de cocaína “de óptima calidad”, propuso al Chapo en 1993 un cambio de ruta a través del Pacífico en barcos camaroneros.
“Les dije que tenía tanta confianza en ese método que enviaría 10.000 kilos (en el primer cargamento), que saldría de Buenaventura, en el Valle del Cauca (Colombia)” indicó.
Preguntado por la Fiscalía, indicó que los miembros del cártel le dijeron que llevarían la carga al estado mexicano de Guerrero porque allí el Chapo tenía supuestamente contactos con la Policía, antes de transportarla a Sinaloa (norte) y de allí a la frontera de Estados Unidos.
Según el testigo, Guzmán aumentó su porcentaje de ganancia del 40 al 45% alegando el supuesto pago de sobornos a Guillermo González Calderoni, quien en ese entonces tenía a su cargo la oficina en Guadalajara de la dirección general de Seguridad de la Procuraduría General.
El ex piloto del Chapo, Miguel Ángel Martínez Martínez, apuntó durante el proceso a Calderoni como destinatario de supuestos pagos para que les permitiera el tráfico de drogas.
Alias “Chupeta” aseguró que el Chapo le dijo que “tendría que hacer arreglos con la Marina, lo que aumentaría los costos”, un aumento que al narcotraficante colombiano entonces no le preocupó porque “ellos ponían el precio a su trabajo”, aunque como “empresario” confiesa que trató de negociar a la baja.
Ramírez declaró que en una sola noche llegó a enviar entre 12 y 14 aviones a México y que entre 1990 y 1993 envió “muchísimas” aeronaves con cocaína desde Colombia.
Contó que uno de sus barcos resultó hundido por culpa de un capitán que lo manejaba bajo los efectos de la cocaína y “veía fantasmas y que lo perseguía la Guardia Costera”.
Tras optar por el empleo de barcos en 1993 y hasta 1998, el cártel del Norte del Valle envió más de 20 embarcaciones con un cargamento de unos 10.000 kilogramos de cocaína cada uno, según su versión.
A partir de 1998, el cartel de Sinaloa alcanzó un acuerdo con Ramírez de crear una sociedad al 50 por ciento para el comercio de la droga, y entre 2002 y 2005 se empezaron a usar lanchas rápidas y submarinos construidos en Colombia, así como aviones pequeños y barcos pesqueros.