No tenía ni una hora de haber asumido como Presidente, y Andrés Manuel López Obrador ya se había echado a los alacranes encima.
Aunque ha repetido hasta el cansancio que él no tiene enemigos, sino adversarios, la confrontación es una de esas características endémicas del tabasqueño. No se podría explicar su fenómeno sin los desencuentros.
Desde mi compadrito Carlos Salinas de Gortari, a quien el Presidente siempre ha tenido en la mira, hasta empresarios que desde ayer se subieron al ring de las declaraciones.
Claudio X. González de entrada ya le dijo “estatista”, y lo acusó por adelantado que podría llevar al país a una regresión. A Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, tampoco le gustó aquello de que en su primer discurso el tabasqueño volviera a utilizar el término “minoría rapaz”, y ni qué decir de Juan Pablo Castañón, del Consejo Coordinador Empresarial, que tenía cara de pocos amigos al lado de Carlos Slim.
En un vano intento por “radicalizarse”, los panistas quisieron hacerle pasar un mal sabor de boca al ex jefe de Gobierno de la capirucha cuando le contaron hasta 43 y le exigieron “justicia”, luego de que AMLO pidió poner un punto y aparte en la persecución a políticos que la deben.
Y hasta haciendo gala de su poca memoria exigieron con pancartas en mano no más gasolinazos. Lo que no tuvieron en cuenta es que se estaban poniendo con Sansón a las patadas, con el Brat Pitt de la confrontación, con el Pedro Navajas de la protesta.
“Ahora resulta que los que aumentaron el precio de las gasolinas están pidiendo que baje”, les reviró el Presidente abriendo un capítulo que los blanquiazules van a querer aprovechar para ser oposición.
Pero no sólo los panistas y los empresarios están en el otro lado de la balanza política para el Prejidente. También se ha echado encima a los gobernadores que lo observaban con rostros desencajados desde el palco que compartieron con los hombres de negocios.
Detrás de algunos de ellos por supuesto que hay interés de estar en la foto para 2024, y esas ambiciones en ocasiones pueden más que la legítima exigencia de que el Ejecutivo Federal no avasalle la autonomía de las entidades.
Y como si no fuera suficiente, el de Macuspana arranca su sexenio con otro frente abierto. La Suprema Corte de Justicia de la Nación -a cuyos ministros integrantes, López Obrador ha llamado “alcahuetes” y “maiceados”- será su más claro contrapeso.
El máximo tribunal ya es, de hecho, el campo donde AMLO librará su primera batalla, pues se busca darle marcha atrás a las modificaciones constitucionales que AMLO considera ejes fundamentales para su administración; por ejemplo, la acción de inconstitucionalidad contra la Ley Federal de Remuneraciones de Servidores Públicos.
El presidente Andrés Manuel inicia así con el respaldo de siete de cada 10 mexicanos, pero también con adversarios que le pueden allanar el camino de la cuarta transformación.
En el baúl: tras las críticas por el logo del Gobierno en el que no aparece ninguna mujer de nuestra historia mexicana, el Gobierno federal buscará enmendar el error impulsando la imagen de varias próceres de la democracia en las Secretarías de Estado. De esa manera varias de ellas -como Leona Vicario y Sor Juana Inés de la Cruz- serán la imagen institucional de las dependencias.
¡¡¡Regresarééé!!!