El narcotraficante colombiano Juan Carlos Ramírez, conocido por el alias de Chupeta, afirmó hoy que Joaquín El Chapo Guzmán seguía controlando los negocios del Cártel de Sinaloa aún después de ser arrestado y enviado a una prisión de alta seguridad en 1993.
En su segundo día de sus testimonios en el juicio contra Guzmán en Nueva York, Ramírez dijo que luego de que fuera arrestado en Guatemala y enviado a la prisión de alta seguridad de Almoloya, ahora conocida como Altiplano, el acusado seguía “al frente” del Cártel de Sinaloa.
Ramírez conoció este arreglo debido a que un barco mexicano que había recibido su droga en alta mar se había perdido con 10 toneladas de cocaína por causa de un huracán en el Océano Pacífico.
Guzmán prometió pagar la deuda, de 42 millones de dólares por la cocaína perdida. Una vez encerrado en prisión, tanto el hermano de Guzmán, Arturo alias El Pollo, como los hermanos Héctor y Arturo Beltrán Leyva asumieron esa deuda, que finalmente pagaron.
Tanto los Beltrán Leyva como Arturo Guzmán aseguraron a Ramírez que “todo seguía igual”, lo que él interpretó como que el acusado “seguía con el negocio de la cocaína” a través de sus asociados, pese a estar en la cárcel.
Entre 1990 y 1996, cuando fue arrestado en Colombia, Ramírez logró enviar aproximadamente 200 toneladas de cocaína a México, y entre 80 y 90 toneladas fueron dirigidas de manera específica a Guzmán.
Cerca del 90 por ciento de esa cocaína era dirigida a Nueva York, donde se vendía entre 20 mil y 34 mil dólares por kilogramo. Guzmán cobraba 40 por ciento de los envíos solo por cruzar la cocaína de México hacia Estados Unidos.
Así, Ramírez calculó que Guzmán se embolsó 32 millones de dólares tan solo por la cocaína que él le enviaba como líder del colombiano Cártel del Norte del Valle.
Según la versión del narcotraficante colombiano, los envíos fueron en un inicio por aviones, hasta que en 1992 iniciaron los cargamentos por barcos en el Océano Pacífico, donde un barco pesquero mexicano se encontraba con un buque camaronero colombiano.
Esos envíos implicaban mayores sobornos, de acuerdo con lo dicho por Ramírez, que incluían al entonces comandante de la policía judicial, Guillermo González Calderoni, entre otros.
Los barcos cargados de cocaína no estuvieron exentos de problemas. Además del barco perdido en el huracán con 10 toneladas de cocaína, Ramírez se refirió a un barco que un capitán mexicano hundió por miedo a que fuera a ser detectado por autoridades.
Ramírez narró que envió un barco con 20 toneladas de cocaína al narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, pero que el capitán comenzó a consumir cocaína, por lo que “vio fantasmas por todos lados”, entre ellos a autoridades de Estados Unidos, y decidió hundir la nave.
Carillo Fuentes aceptó que en efecto se había hundido la embarcación, y contrató a un grupo de buzos profesionales que luego de un año logró rescatar el cargamento de cocaína, explicó Ramírez.
Entre 1993 y 1998, Ramírez señaló que había enviado al Cártel de Sinaloa más de 20 barcos con 10 toneladas en promedio por cada embarcación.
LEG