Que no quede ninguna duda, el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere que se ratifique en el Congreso el Acuerdo Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y así va a suceder.
La dependencia de la actual legislatura ha quedado más que clara. Y si a alguien le falta un botón de muestra, ahí está el mismísimo presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, endiosado con el Presidente al que eleva a los altares de su idolatría.
En Canadá, el primer ministro, Justin Trudeau, no tiene un congreso tan a modo, pero tampoco parece tener dificultades para lograr que se apruebe el pacto que recién firmaron los tres mandatarios en Argentina el viernes pasado.
Así que ni México ni Canadá parece que tendrían contratiempos legislativos, pero en Estados Unidos sí.
La división partidista entre las dos cámaras, como resultado de las elecciones del mes pasado, hace que los demócratas busquen encarecer la administración del presidente Donald Trump y pues, ni hablar, la ratificación del T-MEC les quedó a los demócratas a la mano.
En México podríamos quedarnos viendo desde la barrera este espectáculo de circo romano entre los poderes políticos estadounidenses si no fuera por una cosa, uno de los gladiadores se llama Donald Trump, y es capaz de lo que sea para salirse con la suya.
Resulta que en lo que esperamos la ratificación del T-MEC, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) goza de cabal salud, y es lo que hoy rige el comercio trilateral. Se supone que la transición entre uno y otro sería tersa, y que una vez que se fijara la fecha de entrada en vigor del nuevo acuerdo, el otro moriría plácidamente.
Pero no, ahora que Trump siente la amenaza demócrata, tomó como rehén al TLCAN y le puso un cuchillo en la garganta. Su amenaza es que si no se apuran a aprobar el T-MEC, simplemente terminará con el acuerdo vigente.
Por si algo nos faltaba para incrementar la inestabilidad financiera en este país, el comercio con Estados Unidos vuelve a ser tema de preocupación.
Porque así es Trump. Con todo y el Águila Azteca para su yerno, con todo y la estridente ovación para su hija, con todo y las palabras tan amables del presidente López Obrador, el mandatario estadounidense no conoce más lealtad que a sus causas personalísimas.
Por eso es que la estrella negociadora del equipo entrante, Jesús Seade, ya se encarga personalmente de reencauzar los tiempos para que todo salga conforme a lo planeado. Seguro que aquí podrían extrañar a los negociadores mexicanos del Gobierno pasado, hoy en el desempleo.
Ya hay conciencia en Estados Unidos del daño que se puede provocar a la economía de su propio país sin un acuerdo norteamericano. Pero la incertidumbre que genera este nuevo jaloneo puede dejar más facturas a las que ya tuvo en un primer momento la amenaza inicial de Donald Trump de denunciar el TLCAN para propiciar su salida.