Científicos sometieron a orangutanes hembras de Ketambé a un estimulo de estrés inesperado, la aparición de un tigre mientras descansaban con sus crías en los árboles.
Los científicos esperaban escuchar los gritos de las orangutanes, sin embargo, se llevaron una sorpresa porque más allá de entrar en pánico y hacer ruido, permanecieron en silencio.
Momentos después, defecaban y orinaban del susto, cubrían a sus hijos para finalmente ascender por las ramas sigilosamente, acto seguido de la desaparición de la amenaza le contaban a su criatura lo que había ocurrido.
“Sabemos que se trata de vocalizaciones que ellos utilizan en situaciones así, por ejemplo de conflicto. Claramente demuestra que lo perciben como una amenaza y sin embargo no vocalizan hasta que se marcha”, detalla Call, de la de la Universidad de St. Andrews.
Dicha capacidad de hablar de algo que no está presente es conocida como referencia desplazada, los simios más grandes como pueden ser los chimpancés han logrado desarrollarla.
Call añade que esta capacidad tan humana se da en esta especie porque pasan demasiado tiempo con sus crías, hasta que llegan a los nueve años de edad, porque al contrario de otros simios, los orangutanes crecen solos con su madres.
DAMG