Durante todo el gobierno de Ernesto Zedillo –1994-2000- la palabra maldita en México fue “Fobaproa”; acrónimo del Fondo Bancario de Protección al Ahorro.
El Fobaproa se creó luego del “error de diciembre”; crisis económica que heredó Ernesto Zedillo de su antecesor, Carlos Salinas, y que significó una deuda pública de 860 mil millones de pesos.
El Fobaproa “no es otra cosa que la forma ignominiosa en que una élite política, bajo la administración zedillista, procedió a socializar las colosales pérdidas producidas por el derrumbe del sistema financiero mexicano”, según escribió Dolores Padierna en su libro La historia oculta del Fobaproa.
En realidad el Fobaproa fue la salida de los Gobiernos priistas del fin de siglo, para endosar al contribuyente el monumental desfalco financiero, que nació con la privatización bancaria de 1991 y 1992, de Carlos Salinas.
Pero el Fobaproa también fue un detonante político que catalizó la derrota del PRI en el año 2000 –a pesar del buen gobierno de Zedillo- y la alternancia a los gobiernos del PAN. ¿Por qué?
Porque el Fobaproa significó el mayor agravio a una sociedad que, sin entender el desastre financiero, debió pagar por años y por la vía impositiva, el desastre de los gobiernos del PRI.
Lo curioso es que entre los mayores críticos del quebranto financiero conocido como “error de diciembre” y luego Fobaproa -el instrumento para socializar el quebranto financiero-, son los integrantes del grupo político que hoy detenta el poder en México. ¿En serio…?
Sí, Andrés Manuel López Obrador encontró en el Fobaproa una mina política que le regaló oxígeno 0-contra el PRI y el PAN- por casi una década; oxígeno que lo llevó a convertirse en candidato presidencial en 2006. En su libro Fobaproa, expediente abierto, Obrador documenta las inmoralidades de los gobiernos del PRI, que por ocurrencias y malas decisiones endeudaron a la sociedad indefensa. Hoy, como Presidente hizo lo mismo.
Otros críticos severos del Fobaproa son Marcelo Ebrard, entonces coautor de libros como Del Fobaproa al IPAB –en el que también participa Mario Delgado Carrillo, hoy jefe de los diputados de Morena- y Fobaproa, el acuerdo que no debió ser. Marcelo hoy es canciller, sin ratificación del Senado.
Y acaso la más activa contra el Fobaproa es Dolores Padierna, hoy diputada de Morena y autora –como ya se dijo- de La historia oculta del Fobaproa.
Lo ridículo es que los mayores críticos del Fobaproa de Zedillo y de la crisis de Salinas hoy son causantes del Fobaproa conocido como NAIM. Por eso las preguntas.
¿Qué van a decir hoy Obrador, Ebrard, Delgado y Padierna del rescate financiero del NAIM?
Y es que tirar el NAIM provocó el mismo efecto que el Fobaproa. Es decir, para impedir las demandas contra su gobierno, López Obrador intenta la recompra de bonos por 140 mil millones de pesos; compra que carga a los contribuyentes la deuda provocada por la terquedad de tirar el aeropuerto.
El NAIM es el Fobaproa de AMLO. Y puede ser tumba de su gobierno.
Al tiempo.
aarl