Las elecciones autonómicas de la Comunidad Autónoma de Andalucía, celebradas domingo pasado, fueron más relevantes de lo que pensaban los propios ciudadanos andaluces. No fueron unas votaciones autónomas al uso; no. Se trataron de unos comicios que se leyeron en clave nacional, un termómetro de lo que podría suceder en el resto del Estado español cuando se celebren las generales que, con toda probabilidad, se adelantarán a marzo o mayo del próximo año.
Los andaluces han castigado al Partido Socialista y al conservador Partido Popular. Ambos han perdido un río de votos y diputados.
Podemos, la fuerza de extrema izquierda de Pablo Iglesias, tampoco ha obtenido buenos resultados. Ha sido un voto de castigo a la política tradicional, a las fuerzas políticas hegemónicas. Se trató de un castigo a los “vicios” que genera un partido en el poder durante 36 años ininterrumpidos. Porque el Partido Socialista ha estado en el poder en Andalucía nada menos que 36 años. Eso forma parte de la imperfección de la democracia. No debería permitirse que un instituto político estuviera en el poder tanto tiempo. No debería permitirse porque el “quiste” en el poder desemboca en amiguismos, malos manejos y corrupción.
Pero también se trató de un voto de castigo al sistema de partidos tradicionales. La ciudadanía está más que cansada de la repartición del poder en las mismas fuerzas políticas. Genera los mismos vicios que la hegemonía del poder de un solo partido durante tantos años. El desempleo, una inflación elevada, los desajustes macroeconómicos son, en parte, consecuencia de esos “manejos” políticos mal entendidos.
Ciudadanos, la fuerza política del joven Albert Rivera, ha crecido exponencialmente, aunque la sorpresa la ha dado VOX, un partido joven, de extrema derecha. VOX ha irrumpido en el Parlamento andaluz con, nada menos, 12 escaños.
¿Qué ha ocurrido para que una fuerza de extrema derecha haya entrado con tanta fuerza en el ruedo político? Es un mensaje claro del enaltecimiento de los valores de siempre, un discurso duro en contra de la inmigración. En Andalucía, donde el desempleo es el cáncer de la sociedad, ese mensaje cala, y cala mucho.
Si estos resultados los extrapolamos a nivel nacional, de cara a los comicios del próximo año, tendremos una ecuación donde las fuerzas tradicionales se desangrarán en un río de votos y diputados. Emigrarán hacia la extrema derecha de VOX.
Habrá que tener cuidado con el ascenso meteórico de la extrema derecha. En parte era normal que ocurriera. Los políticos de siempre se lo han buscado ellos solos.