La cuarta transformación llegó primero que nadie a la por años llamada “Residencia Oficial de Los Pinos”, casa de los Presidentes de México, y en las primeras horas de cambio simplemente nombrada “Complejo Cultural Los Pinos”, y que pasó del acceso restringido y exclusivo código de vestimenta, al libre acceso a todos sus rincones y la comodidad como único requisito en el atuendo.

Los primeros visitantes podrían pensar que el ex presidente Enrique Peña Nieto tenía un gusto minimalista para decorar, de reducir a lo esencial y despojar de los elementos sobrantes la Casa Miguel Alemán, donde estaban sus oficinas y las habitaciones de su familia, pero no; al llegar se encontraban con otra Casa Blanca, porque así dejaron de limpias las paredes.

En la antigua residencia faltaban figuras, elementos decorativos y hasta obras de arte, que ya no se encuentran a la vista. Las buenas conciencias afirmarán que se resguardaron para no ser dañadas y que se exhibirán una vez que corran los primeros meses, mientras que las malas conjeturan si se fueron en la mudanza rumbo a Ixtapan de la Sal.

La escultura de bronce de Sebastian, el mismo de la Torre del Caballito y el Guerrero Chimalli, no se veía, tampoco la pintura de José Luis Cuevas adquirida en 1983, ni el Murciélago del oaxaqueño Francisco Toledo, tampoco la Suave Patria, de Manuel Felguérez, o Huitzo, de Gunther Gerzso, todos ellos artistas de la llamada Generación de la Ruptura con el famoso manifiesto La cortina del nopal.

Y sí, en Los Pinos, los visitantes tienen derecho a disfrutar de sus jardines, pasillos y sobre todo historia, y de la obra del Dr. Atl, el muralista David Alfaro Siqueiros, también de artistas como Juan Soriano, José Chávez Morado, Gustavo Aceves, Luis Nishizawa, Joaquín Clausell, Raúl Anguiano, Lauro López, Julio Galán, Ignacio Salazar y demás que con su arte decoraron la que fuera la casa oficial de 14 Presidentes.

Los tapetes de Temoaya, incluidos en el patrimonio desde 1994, no parecen los originales; los boxeadores de plata, la cazuela de talavera, hasta la bombones y el especiero de vidrio decorado deben estar a la vista.

Los Pinos servía también de casa de bienvenida para recibir a mandatarios de otros países, en donde eran exhibidas las piezas de Trousset, Arreola, Federico Lif Martínez, Eahost, Enrique Climent, Santos Balmori, Antonio Rodríguez Luna, Luis Toral, etcétera…, así que deben verse todas estas obras o, bien, que aparezca entonces la primera denuncia hacia la cuarta transformación.

Si bien no se puede negar que abrir las puertas de Los Pinos es un mensaje poderoso de que los tiempos y las relaciones con el poder han cambiado en el país, sí se debe exigir que si se van a abrir las puertas se abran de par en par, y que se exhiba no sólo lo que hay dentro de las paredes, sino también el comportamiento que tuvieron ahí dentro quienes fueran sus inquilinos durante casi un siglo y todo lo que se llevaron…

En el baúl: convaleciente, pero aún en pie de lucha, así está Ismael Figueroa, líder sindical de los bomberos chilangos, quien desde su recuperación por el atentado en su contra, dirige a sus agremiados para presionar al nuevo director de bomberos con el fin de que cumpla con basificar a 250 personas; las plazas que ya cobró para entrar.

¡¡¡Regresarééé!!!