Foto: EFE El mensaje del Presidente Emmanuel Macron fue televisado y visto por itegrantes del moviemiento de los “chalecos amarillos”  

París.- El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció ayer que subirá el salario mínimo y que bajará impuestos a los pensionados y a los trabajadores, con lo que trató de responder a las demandas del movimiento de los “chalecos amarillos”, surgido el mes pasado.

En un discurso de 13 minutos de duración que fue televisado admitió que el país afronta “un momento histórico” y pidió a las grandes empresas que participen en el esfuerzo necesario para cambiar la situación.

Así, consciente de que el futuro de su mandato se juega estos días, Macron, dio un golpe social a su Presidencia.

Un Macron solemne decretó el “estado de emergencia económico y social” para anunciar medidas concretas que van dirigidas sobre todo a los trabajadores y pensionistas más vulnerables.

El salario mínimo -ahora de 1,498 euros brutos- subirá en cien euros; el alza de las cotizaciones se congelará para los jubilados con pensiones inferiores a los 2.000 euros; las horas extra no tributarán y se pedirá a las empresas que paguen a sus empleados una prima especial de fin de año, no sujeta a impuestos.

Los ataques de los “chalecos amarillos” se han centrado en la imagen de “presidente de los ricos” que arrastra el jefe del Estado, sobre todo después de que una de sus primeras decisiones fuese suprimir el impuesto sobre la fortuna; además rechazaron el aumento a impuestos a los combustibles como la gasolina, los cuales ya fueros suspendidos, pero no fue suficiente para contener las protestas.

Por eso, el reto para Macron en su alocución era desactivar ese estereotipo y desprenderse de paso del aura de presidente arrogante y desconectado de la realidad que le acompaña.

Aunque comenzó censurando los actos de violencia que se han vivido en las manifestaciones de los sábados desde la primera de ellas, el 17 de noviembre, Macron hizo un ejercicio de contrición antes de desgranar cuatro anuncios que deberían tener un impacto inmediato sobre los bolsillos de millones de franceses.

El presidente no rectificó en su decisión de suprimir el impuesto sobre la fortuna, pero dio el giro a la izquierda que muchos, incluso dentro de su propio partido, le estaban reclamando.

La dimensión de la revuelta que vive Francia, no tanto por el número de manifestantes sino por el grado de aceptación popular que tienen sus demandas, llevó a Macron a reconocer que se ha equivocado en las formas.

Pese a todo, condenó con fuerza la violencia registrada en las protestas y aseguró que sus autores “no se beneficiarán de ninguna indulgencia”.

Las primeras reacciones entre los grupos de “chalecos amarillos” que escucharon con atención las palabras del presidente fueron más bien críticas, con varios portavoces catalogando como “migajas” los anuncios de Macron.

Especialmente severo fue el líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélénchon, quien en una intervención nada más concluir la del mandatario pidió a la gente que vuelva a manifestarse masivamente el próximo sábado por quinta semana consecutiva.

“Todo lo que ha anunciado Macron será pagado por el pueblo, nada por los ricos. Ninguna de las reivindicaciones populares por una democracia más participativa ha sido tenido en cuenta”, señaló el máximo dirigente de La Francia Insumisa.

LEG