No, no se trata de un invento, y menos de una ocurrencia. Lo cierto es que según el nuevo Gobierno mexicano, el dinero público, de nuestros impuestos, pagará la nueva versión del muro de Trump; inversión pública para impedir que centroamericanos busquen el “sueño americano”.
En pocas palabras, los impuestos de los mexicanos serán utilizados para crear empleos en Centroamérica y, con ello, detener la migración al Norte.
Lo peor del asunto es que el monto presupuestado para esa inversión es mayor al costo del muro de Trump, mientras que los beneficios los tendrán las naciones en las que México aplicará recursos y el Gobierno del vecino del Norte.
Todo, a costillas de reducir la inversión mexicana en escuelas, hospitales, cultura, empleos…
La noticia de esa “genialidad” ocupó páginas interiores de los diarios mexicanos y –hasta hoy- no han aparecido los feroces críticos del ex presidente Peña, porque tardó en aclarar al presidente Trump que México no pagaría el muro. México pagará más que ese muro. ¿Lo dudan?
Resulta que en su primera gira de trabajo como canciller, por Marruecos, Marcelo Ebrard anunció que México invertirá en los próximos cinco años un monto de 30 mil millones de dólares en el Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica -que busca aminorar la migración hacia Estados Unidos-, algo así como 600 mil millones de pesos.
Como queda claro, 30 mil millones de dólares es una cantidad exorbitante de dinero público; cantidad mayor al costo del muro que el presidente Trump construye en la frontera con México y que, según la agencia de noticias Reuters, tendría un valor aproximado de 21 mil 600 millones de dólares.
Durante la firma del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, el Gobierno de México se comprometió a la defensa de dicho pacto, a fin de lograr un cambio radical en la política migratoria de la región.
En el terreno de la teoría, la solución propuesta por México parece positiva y hasta de sentido común. Sin embargo, el problema no sólo es de forma, sino de fondo; de recursos económicos y de prioridades nacionales.
Es decir, nadie sabe de dónde saldrá el dinero propuesto por el canciller mexicano; nadie sabe si los partidos opositores en el Congreso y si la sociedad, en general, estarían dispuestos a que esa exorbitante suma de dinero sea desviada de las prioridades nacionales, para paliar un problema que, en rigor, es del Gobierno de Estados Unidos.
Por eso las preguntas. ¿Dónde están las voces críticas a la sumisión del o los Gobiernos de México al imperio del Norte?, ¿por qué callan cuando el gobierno de Obrador parece aún más entreguista al de Trump?
¿Cuántos mexicanos estarán dispuestos a que el dinero público, los impuestos de todos sean utilizados para resolver problemas de empleo en Centroamérica –en lugar de crear empleo en México-; para resolver el problema de la migración de Estados Unidos?
En tiempos de la cuarta transformación todo es posible, hasta “pagar” el muro de Trump.
Al tiempo.