Hacía tiempo que el Estado Islámico no cometía un atentado en Europa. Era sospechoso el silencio de los terroristas islamistas. Parecía que el Viejo Continente terminaba de lamerse las heridas después de los terribles atentados de París, Niza, Londres, Berlín o Barcelona. Resultaba evidente que los europeos empezábamos a respirar, por fin, una tranquilidad y comenzábamos también a olvidar lo que era el terrorismo islamista. Sin embargo, se trataba sólo de una tregua, lo justo para hacernos creer que estábamos fuera del yugo del terror.
Eran cerca de las ocho de la tarde del martes pasado, en la entrada del mercadillo de Navidad en la ciudad de Estrasburgo, en la frontera entre Francia y Alemania. Un hombre de 30 años se acercó a la multitud. De repente gritó “Alá es el más grande”, y comenzó a disparar contra la muchedumbre.
Entre gritos y carreras varias personas cayeron al suelo. El terrorista arrancó de cuajo la vida a tres individuos. Trece más agonizaban mientras llegaban las ambulancias. El terrorista se marchó como llegó, caminando.
El atentado ocurrió en la pequeña, pero importante ciudad de Estrasburgo. En esta urbe que hace frontera con Alemania no hay apenas ruido o movimiento, salvo tres o cuatro días a la semana, cuando los diputados europeos son convocados en el Parlamento. En la ciudad de Estrasburgo se encuentra el Consejo Europeo, el Tribunal de Derechos Humanos y el Congreso Europeo. Son tres organismos institucionales de gran importancia.
Por eso el atentado del DAESH a través del joven Cheif CheKett no fue al azar, no fue baladí. No fue en Estrasburgo porque sí. Se trató de un atentado premeditado, estudiado concienzudamente, un mensaje claro a Europa de que el Estado Islámico puede golpear el propio corazón europeo.
Pero el DAESH no sólo buscaba ese mensaje. También el hecho de que se cometiera muy cerca de las fechas navideñas. Con este atentado, el DAESH quiso atemorizar a la ciudadanía europea en días especialmente señalados. Un mensaje de que “a pesar de estas fechas, podemos acabar con ustedes”.
Como siempre, los islamistas cometen atentados terroristas que permean en la sociedad, y lo hacen de verdad. Lo que buscan lo están encontrando. Encuentran a una sociedad europea con el paso cambiado, sin capacidad de reacción; y sobre todo con mucho miedo que hace que la sociedad se paralice.
El antiguo Presidente de Argelia, Ali Bumedian, dijo hace cerca de 50 años que reconquistarían Europa, y que lo harían a través del vientre de sus mujeres. Todo eso y mucho más están consiguiendo mientras Europa no termina de reaccionar.