El exitoso debut de un novelista

Aberto Lati nos visitó en la redacción de 24 HORAS para presentarnos su novela Aquí, Borya, su debut en este campo literario, una vida en paralelo a su vida como periodista deportivo.

“Como periodista, estamos adiestrados a contar lo que vemos”, comentó Lati y agregó: “En Latitudes, mi anterior publicación, puedo decir que nadie me contó, es lo que vi… pero en Aquí, Borya, no se trata de lo que vi, sino de lo que imaginé y, de forma, extraña me siento más expuesto que cuando hago periodismo”.

La narración de Aquí, Borya es en primera persona, el inicio es complejo, a decisión del propio Lati, que buscaba que su libro fuera un poco brumoso, que reflejara reflexión y poco diálogo.

Aborda el tema de los libros sin leer y de los refugiados sin bienvenida. Dinámicas sociales que exponen como los humanos vamos perdiendo capacidad de emociones, de raciocinio, de sensibilidad y de certeza. De las voces jamás escuchadas.

¿Cómo separas esa parte del periodista deportivo?
-Fue muy complicado, eran planos diferentes (el deportivo y el literario), pero de pronto me daba cuenta que mis columnas, estaban impregnadas del personaje. Sentía que cambiaba de manera de pensar, me llegué a sentir manipulado por el personaje. Fue un reto separarlos.

¿Por qué Borya?
-Borya es el diminutivo de Boris o Borislav en Rusia. Yo buscaba una palabra que generara cierta intriga y que se prestara al equívoco, este confuso permanente que tiene la historia, y entre los diminutivos rusos Borya me servía mucho porque lo quise poner con ‘y’ e incluso en plena novela está el debate de cómo escribirlo.

La historia es lineal, cómo recomiendas leerlo?
“Está dividido en capítulos pares e impares, pero yo recomiendo leerle de la página uno, al final. Se trata de una escritura en la que tienes que ir atando cabos, yo lanzo anzuelos y ya cada quien verá como los toma.

¿Qué tiene la historia de los capítulos nones?
-La historia de los capítulos nones habla de un escritor frustrado, desesperado porque no vendió un mísero ejemplar y se da cuenta de la peor de las maneras. Y decide viajar para recopilar la antología de los libros jamás leídos, pero se presenta un problema: ¿Cómo decide qué libros no han sido leídos?

¿Qué se va a encontrar la gente en los capítulos pares?
-A la par de la vida del escritor, desde un lugar desahuciado, desde un espacio en guerra, una aldea que va quedando vacía, surgen unos mensajes telefónicos. Se entra en una dinámica de los libros sin lector y de los refugiados sin bienvenida.

¿Es un libro de fácil lectura?
-No, desde el inicio creativo busqué que no o fuera. Desde que uno va escribiendo va dirigiendo la lectura, para los amantes de la literatura hay guiños en nombres y referencias. Es un libro con pocos personajes.

En busca de los libros no leídos

Esclavo de contar la realidad, Alberto Lati sigue haciendo un escurridizo canal de fuga a su creatividad en los libros, de esta manera recién presentó su novela Aquí, Borya, una narración en primera persona, donde todo es ficticio y donde él no es el protagonista.

Y es que, el desempeño como cronista, analista o comentarista deportivo, lo orilla siempre a contar lo que ven sus ojos y se enfrenta a la sagaz fuerza de que si se equivoca, la audiencia en miles de personas, le reclama ipso facto.

Sin embargo, en un espacio literario como la novela, Lati se muestra libre a su imaginario y da rienda suelta a un personaje que de entrada, al ser en primera persona, tiene la ventaja de convencer al lector de que los sucesos tienen toda verosimilitud.

Los ejes rectores de esta publicación son dos: Los libros jamás leídos y las personas rechazadas, como los refugiados. Podemos agregar un tercer elemento, la ficción que se retuerce feliz de escaparse al yugo periodístico.

Aquí, Borya relata la historia es de un escritor que nota, en un paseo por Londres, que no ha vendido un solo ejemplar y dice “voy a viajar por el mundo en busca de libros no leídos”. Y les pone: los libros vírgenes de ojos.

Vaya oportunidad para el lector, Lati nos mete en una dicotomía existencial, donde no se puede escuchar música, sin escuchante; no se puede existir sin el otro. Nos tira sobre el diván y nos deja claro que nada existe sin su contraparte.

LEG