El título de esta columna alude al lema que este año ha designado la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la celebración del Día Internacional del Migrante 2018, pues se busca que los Gobiernos y la sociedad ofrezcan un trato digno a todos los migrantes que transitan por el mundo en busca de mejores oportunidades.

De acuerdo a datos oficiales, desde el año 2000 hasta la fecha, 258 millones de personas en todo el mundo han abandonado sus países de origen, lo que equivale a 3.4% de la población, donde cerca de 50% son mujeres y más de 36 millones son niños.

Es bien sabido que México es un paso obligado para los migrantes del Sur que, obligados por la pobreza o la inseguridad, diariamente salen en busca del sueño americano, y pese a que nuestro país ha mantenido durante décadas una política de puertas abiertas y ha dado refugio a miles de personas afectadas por dictaduras y guerras civiles en América Latina y el mundo, hoy dichas acciones se han visto mermadas por expresiones de rechazo y xenofobia hacia los migrantes centroamericanos que recientemente han arribado al territorio mexicano.

El mensaje de la ONU es muy claro: debemos, Gobierno y sociedad, contribuir a que nuestros hermanos tengan una “migración con dignidad”, y que se respete el Pacto Mundial por una migración segura, ordenada y regular.

Asimismo, no debemos olvidar que este fenómeno también representa una oportunidad económica, si consideramos que siete de cada 10 migrantes son adultos en edad laboral que aportan casi 10% de la economía mundial. Una cifra nada despreciable que ha beneficiado tanto a sus países de origen como a los que les han abierto las puertas para trabajar y ser productivos.

En este sentido, a 18 años de haberse establecido el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante, México debe regresar a sus orígenes y retomar su política de solidaridad y de puertas abiertas con quienes han decidido migrar para ser libres y vivir dignamente, algo que no puede ni debe ser negado a nadie.