A 25 días del arranque del gobierno de Andrés Manuel López Obrador ya empezó “el fin de la luna de miel”.
Sea por despidos, sea por decisiones presidenciales repudiadas, sea contra el presupuesto o, incluso, como deslinde de las decisiones del Jefe del Ejecutivo, lo cierto es que poco a poco crecen las expresiones públicas de rechazo.
Los ejemplos más ruidosos se produjeron el sábado pasado en Oaxaca, en distintos eventos, en donde decenas de personas manifestaron a gritos su descontento, ante un enojado Presidente y un impávido gobernador.
Pero no fueron una o dos las expresiones de repudio. No, desde el momento que Obrador llegó a Oaxaca se inició un rosario de protestas; estudiantes, ex trabajadores del SAT, usuarios de servicios de salud y hasta una familia que exigió enjuiciar a un líder del PRI presuntamente solapado.
Sin embargo, el mayor rechazo a las acciones de Gobierno –la mayoría producto de un presupuesto castigado que prioriza a la clientela electoral de Morena- se ha producido en redes.
Muchos son los arrepentidos, pero pocos los reputados -como el actor Diego Luna-, que por años fue un activista a favor de la causa de AMLO y que hoy se deslindó de las acciones de gobierno de Obrador a través de su cuenta de Twitter. Reprocha el ecocidio en el Sureste a causa del Tren Maya que se construye deforestando una de las mayores selvas mexicanas.
Otro frente de rechazo empieza a ser evidente entre usuarios de líneas aéreas comerciales. Resulta que una vez superada la novedad de viajar en el mismo vuelo que el Presidente, no pocos usuarios empiezan a manifestar su enojo por las incomodidades que significan una revisión especial para aquéllos que vuelan en el mismo avión que López Obrador.
Todo mientras que otros advierten –con razón- el riesgo que significa viajar en el mismo vuelo que el Presidente.
Por eso la pregunta: ¿qué deben hacer las líneas aéreas frente a este conflicto?
Hasta hoy no han dado respuesta, además de colocar al Presidente en el lugar más próximo a una salida de emergencia, lo que también es visto por otros como un privilegio que convierte al resto de los viajeros en ciudadanos de segunda.
Pero es más ruda y ruidosa la crítica en redes, por las crecientes pifias discursivas de casi todos los secretarios de Estado que –según la voz popular- compiten “por el premio” a la declaración más tonta.
Sobresale un video del momento en que un reportero asistente a las “mañaneras” pregunta al Presidente sobre las repercusiones negativas del incremento al salario mínimo en usuarios de la banca y del Infonavit.
En respuesta, el presidente Obrador pontificó sobre el tema, y aseguró que su gobierno “ya trabaja en resolver el problema para que nadie resulte afectado”. El bite se convirtió en tendencia y la paliza fue despiadada.
¿Por qué? Porque ni el reportero que preguntó ni el Presidente estaban enterados que hace años ni los créditos inmobiliarios privados ni los del Infonavit se tasan en salarios mínimos.
¿Fin de la luna de miel…?
Al tiempo.