Entró de manera subrepticia, sin hacer mucho ruido. Se deslizó sigilosamente como se deslizan sobre la nieve los trineos tirados por perros en la Laponia finlandesa, la patria chica de Santa Claus.
El 2019 ya está aquí, aún no sabe lo que nos va a deparar, pero está bien consciente de que no podrá avanzar sin mirar hacia atrás. De ahí que se mostrará pletórico de oportunidades para corregir los errores del pasado, estará cargado de historia con hache mayúscula, la que Cicerón calificó como “maestra de la vida” y “luz de la verdad”.
Este año tendremos eventos -políticos y sociales- de peso, sin olvidar aniversarios de grandes sucesos que cambiaron el curso de nuestro universo.
El 2019 arrancó con la llegada al poder en el gigantesco y multicultural Brasil del ultraderechista Jair Bolsonaro, ferviente admirador de Donald Trump. Habrá que mirar de cerca cada uno de sus pasos. Habrá que vigilar también, y ahí la situación adquiere tonos realmente catastrofistas, a Nicolás Maduro, que el próximo día 10 tomará las riendas de la golpeada Venezuela por un nuevo periodo de seis años. Quedémonos en Iberoamérica.
Sesenta años después de la Revolución dirigida por Fidel Castro, los cubanos irán a las urnas para pronunciarse a través de un referéndum sobre el reconocimiento de la propiedad privada en la Constitución, algo sin precedentes en la isla.
Dirijamos la mirada hacia Asia y Medio Oriente. El 11 de febrero, Irán, uno de los jugadores más importantes en la región, celebrará por todo lo alto el 40 aniversario de la Revolución Islámica de los ayatolás, la que llevó a la instauración de una teocracia antioccidental. En abril habrá elecciones en Israel y en el convulsionado Afganistán, donde los talibanes vuelven a dominar como si quisieran burlarse de la interminable y feroz campaña militar que ha llevado contra ellos la poderosa coalición liderada por Estados Unidos. Hoy, Afganistán es más peligroso que nunca. También en abril abdicará el emperador de Japón, Akihito. A la edad de 85 años y luego de casi tres décadas de ocupar el trono entregará la corona a su hijo Naruhito. La muy antigua dinastía imperial japonesa no sufrirá rupturas.
Dejo para el postre el Viejo Continente, ahí donde los demonios del pasado insisten en resurgir continuamente, en los cementerios de las múltiples guerras desentierran su mano ensangrentada agitándola ante nosotros en un gesto macabro de advertencia.
Lo hemos escuchado todo: se viene el fin de Europa, las batallas para protegerse del “invasor extraeuropeo” serán brutales. El islam aplastará la identidad basada en el cristianismo. Bueno, el jinete del caballo rojo del Apocalipsis apresura el galope en estos meses de populismos triunfantes, cuyo mejor alimento es el miedo y la incertidumbre, las mercancías políticas más rentables.
El 29 de marzo se oficializará el tormentoso divorcio del Reino Unido -la quinta potencia del planeta- de la Unión Europea. Pero el psicodrama europeo no acabará con el “bye, bye” de Londres; apenas va a comenzar.
El 9 de noviembre el mundo recordará que hace sólo 30 años nadie, absolutamente nadie, ni en los sueños más atrevidos, podía imaginar que algún día se extinguiría el comunismo en Europa. Con un sinnúmero de eventos conmemoraremos el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín, ese suceso que, más que cualquier otro, simboliza el fin de la Guerra Fría. Una vez destrozado el muro, entró en su fase inicial la reunificación de Alemania. Paralelamente, empezaba a desmoronarse la ahora antigua Yugoslavia. Y así andamos, desgarrados en el camino hacia una cierta armonía que aún no se vislumbra.