El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una doble gran oportunidad: hacer eficientes las políticas públicas y comunicarlas mejor de lo que lo hacía su antecesor.

La primera prueba de fuego de su gobierno es disminuir a la brevedad los índices de incidencia delictiva y mejorar la calificación que la ciudadanía concede a las instituciones de seguridad que, en un sentido amplio, son todas las instituciones armadas del Estado mexicano.

Ésos son los temas del registro, de un lado, y de la percepción, del otro, de la inseguridad.

En ese tránsito, el mandatario puede aprovechar aún mejor -ya establece la agenda- la plataforma cotidiana de sus conferencias de prensa matutinas para situarse más ventajosamente en el escenario de la formación de la opinión publicada, sumergida ahora en la incertidumbre de su sobrevivencia, afectada por el alejamiento del modelo anterior de financiamiento público de los medios privados y ante la expectativa compartible de la evolución del debate político informado y respetuoso de la inteligencia del prójimo.

Nadie duda de la capacidad del político tabasqueño de comunicarse con su base social. Tampoco puede negarse que sus respuestas van a mejorar junto con el progreso probable, pero aún poco visible del esquema de seguridad, que dio los primeros resultados con la disminución del robo de combustible, aunque no los genera todavía en materia de contención de la violencia que termina con la vida.

Para mantenerse en contacto con otras audiencias, las diferentes e incluso contrapuestas a Morena o de quienes respaldan a ese partido sin pertenecer a él, requiere ciertamente aprovechar oportunidades comunicativas. Veamos.

Mientras Reforma publicó este lunes que aumentó en 65% el número de homicidios, “los conservadores”, como el propio AMLO los llama, Milenio indicó que en 25 entidades el mismo delito se elevó sin precedente durante el sexenio previo.

¿Cuál es la verdad sobre la ubicación temporal de la inseguridad?, ¿dejó de pasar de manera automática?, ¿podría eso ocurrir?

En ambas informaciones hay datos que son verdaderos. Sin embargo, cada información, entendida como pieza periodística separada, es representativa de una parte de la verdad y no de “la verdad”.

El deterioro gigantesco de la seguridad en México proviene de una multiplicidad de causas entre las que destacan la impunidad, la corrupción en el modelo de seguridad y justicia aplicado hasta ahora y elementos asociados al entorno socioeconómico y sus notorias deficiencias.

Recordemos que en 2018, los 15 mil 287 homicidios corresponden a un incremento de más de cuatro veces a los datos de 2006 o que representan 28% respecto de los homicidios registrados en 2012.

La inseguridad no mejorará en un mes. En un semestre probablemente puede lograrse el punto de inflexión indispensable en la inercia delincuencial que padecemos.

Oportunidades de éxito para la seguridad son oportunidades para todos, como son las preguntas y cuestionamiento informado de los medios para la comunicación hacia el Gobierno mexicano, cuyos logros en seguridad deben ser vistos como de todos.

@guerrerochipres