Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, prefiere respaldar “abasto inmediato” y descalifica la que llama “estrategia equivocada” perdiendo nuevamente la oportunidad de apoyar una medida de seguridad de interés nacional.

Debatir con datos y partir de realidades puestas en contexto es central. Las oposiciones debilitadas podrían hallar mejores formas de hacerlo.
Las voces e intereses cercanos a la democracia cristiana, léase la derecha mexicana, deben ser escuchados y atendidos en su terreno y en uno mayor, el de intereses nacionales desde los cuales pueda advertirse la dimensión del sacudimiento y forcejeo que necesariamente deben acompañar a dicha administración si ésta es consistente con su declaración de convertirse en un proyecto reordenador y en alguna medida transformador de la vida nacional.

Por ejemplo, si recordamos que el número de estaciones de servicio de gasolina y diésel es de aproximadamente 10 mil 715 en todo el país y si asumimos como verdaderos los recuentos periodísticos que señalan cierre en una veintena de municipios, hallaremos que menos de 200 gasolineras mostraban problemas de desabasto de Magna, Premium o diésel.

Es decir, asumiendo también como verdadero el propósito reivindicado por los respetables voceros de las oposiciones a Morena, de que no deben existir “realidades paralelas”, “realidades alternas”, “hechos alternativos” a conveniencia o “un modo paralelo de hechos alternativos” a interés de alguna presunta propaganda gubernamental, los datos nos indican que solamente un décimo de un punto porcentual de las gasolineras ha tenido “problemas de abasto”.

Ese porcentaje menor es ciertamente indicativo, pero miope de realidades mayores, aunque sea central a la muy legítima reivindicación periodística.
Por si los datos duros, que no los dogmas, deben ser tema del debate, las versiones también valiosamente periodísticas, con base en las denuncias de los trabajadores petroleros, acerca del probable involucramiento de las estructuras cupulares en el robo de combustible, en pipas o en ductos, debería ser parte del razonamiento a discutir para decidir si es acompañable o no una estrategia que desde la Presidencia de la República ha iniciado la contención del robo del hidrocarburo en su versión de consumo masivo y cotidiano.

A ello debería añadirse, según los mismos datos duros, que ese segmento de la opinión publicada pareciera mirar con sesgo o francamente ignorar, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó del decrecimiento notorio del robo de pipas al pasar aquel de mil 336, el 4 de diciembre, a 201, el 25 de diciembre.

Ello merecería una atención mayor en la misma construcción argumentativa que quiere enfatizar el “desabasto” de gasolina como parte del incumplimiento en la oferta política del mandatario en el doble sentido de, presuntamente, cumplir con evitar gasolinazos y no garantizar un abasto adecuado.

Para terminar, habría que preguntarse por la responsabilidad y el número de propietarios o gerentes de gasolineras que recibían mercancía robada y la presentaban como legítima, sin que ello nos haga olvidar el robo corporativo de hasta 5% por litro, según las denuncias a la Profeco presentadas desde hace dos décadas.

La discusión con datos, no con dogmas, comenzó.

@guerrerochipres