Peculiar exigencia esa que no está basada en lo que se ha hecho, sino en lo que se sueña con hacer.

Pocas selecciones han de entender con tanta precisión el escalafón al que pertenecen como la mexicana: ni más ni menos, sea mucho o sea poco, tenga mayor o menor mérito, estamos en el top 16. Para el equipo que ha repetido ronda más veces consecutivas en la historia de la Copa del Mundo, esos 24 años en octavos de final son algo más que un indicador: son la realidad.

Ese deambular entre lo fantasioso y lo tangible, espera a Gerardo Martino como seleccionador tricolor. Un representativo que en toda su historia jamás ha ganado un cotejo mundialista de fase definitiva fuera de su territorio (el duelo ante Bulgaria de 1986 como excepción que confirma la fatídica regla). Un cuadro cuyo viejo consuelo era la hegemonía regional y ya no manda en su hemisferio. Una liga que se jacta de su fuerza, mas acude a cada Mundial de clubes a comprobar su inoperancia.

Una producción de talento muy rezagada en relación no sólo con la de las principales potencias latinoamericanas, sino incluso si se compara con futboles que solían ser de nivel similar o inferior (como Colombia o Chile). Una base de importación que por ahora logra la titularidad en conjuntos de segunda o tercera línea europea (sólo tres veces hemos tenido a algún mexicano en un gigante del continente: Hugo Sánchez, Rafael Márquez y Javier Hernández). Y una expectativa pública como si tuviéramos el palmarés de Brasil y el plantel de Francia.

Por buenas intenciones e ideas que Martino traiga, no podrá modificar el sistema por mera inercia. La crisis viene desde el origen, en formación, detección y consolidación. Aunque, mucho antes, desde la salud pública y educación: cuanto afecta a la población mexicana, afecta, por ende, a nuestro futbol y a todo nuestro deporte.

Al apodado Tata se le pedirán resultados, brillantez y la construcción de un legado duradero, como si siempre se hubiese conseguido. Reacios a admitir que lo contrario ha sido la norma, su primer choque tiende a ser con nuestros sueños.

El Tata que en Barcelona jugó contra un pasado glorioso muy reciente y en Argentina contra uno más remoto, en México lo hará contra un ente más complejo: contra un pasado glorioso que nunca existió, pero el común de los aficionados cree merecer. Sí, dirigirá en Utopía.

Twitter/albertolati

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