La primera visita de Juan Pablo II a su patria fue un viaje extraordinario. Imagínense, un Papa siendo recibido por millones de personas en un país oficialmente comunista, donde la religión era prohibida y perseguida. Era algo tan novedoso que creó problemas para la comunicación de la Iglesia, pues no tenían precedentes.
En efecto, era tradicional que L’Osservatore Romano, el periódico oficial del Vaticano, publicara los discursos oficiales con que los Jefes de Estado daban la bienvenida a los pontífices de visita a sus naciones. Pero al recibir al Papa en Varsovia, el general Jaruzelski, Presidente de Polonia, aprovechó el momento para impartir una lección de ateísmo teórico.
-¿Qué hacemos?, preguntó el director del diario vaticano al secretario de Estado de entonces, el cardenal Agostino Casaroli.
El cardenal, que era un fino diplomático acostumbrado a navegar por aguas turbulentas, respondió:
-Sigamos la tradición, por supuesto. Publíquese…, pero solamente en polaco.
En estos 40 años ha pasado mucha agua por debajo de los puentes de Roma. Los Papas se han esforzado por abrir la Santa Sede al mundo y el mundo a la Santa Sede, y no sólo de manera educada, como hizo Casaroli, sino real y auténtica. Eso ha incluido también abrir las puertas de los medios de comunicación del Vaticano a personas de todo tipo.
Benedicto XVI, al nombrar como director de L’Osservatore Romano al historiador Gian Maria Vian, le animó a convertir el periódico en un lugar de intercambio de ideas y de puntos de vista. Para el Papa alemán, un medio de comunicación es como el campus de una universidad, donde hay que buscar la verdad y, para ello, es preciso dialogar. Los medios de comunicación de nuestra época no son púlpitos, sino ámbitos de conversación donde se enseña, pero sobre todo se escucha: donde se razona. No en vano se ha llamado a Benedicto XVI “el Papa de la razón”. Para él, todo en la fe es razonable, y eso nos permite hablar de todo con todos.
Con esa perspectiva, Vian comenzó a abrir las páginas a artículos de opinión de personas de fuera de la Iglesia católica: obispos y estudiosos de otras confesiones cristianas, pensadores no cristianos, ateos… La condición es exponer los propios argumentos con serenidad y respeto.
Impulsada por los deseos directos del papa Francisco, el diario de la Santa Sede nombró a Marcelo Figueroa, un pastor protestante argentino, compañero del cardenal Bergoglio en iniciativas de diálogo ecuménico en aquel país sudamericano, como director de la edición en lengua castellana; y encargó la dirección de un suplemento sobre Mujer y Mundo a una periodista, Lucetta Scaraffia, que a veces sorprende por algunas posiciones.
Recientemente ha nombrado como director a Andrea Monda, quien ha reconocido que “el periódico de una Iglesia en salida debe salir del círculo de la autorreferencialidad”.
También en México queremos que los medios de comunicación de la Iglesia, y en particular nuestra revista Desde la Fe, se conviertan en un instrumento de evangelización que al mismo tiempo construya unidad. Un instrumento privilegiado es la buena comunicación, el diálogo, escuchar y ser escuchado. Pretendemos ofrecer espacios de expresión, ser un espacio de encuentro, un lugar para conocernos y escucharnos, un ámbito en el que todos podamos exponer serenamente –cristianamente– opiniones diversas e intercambiar ideas, pues “en la Iglesia, la variedad es riqueza”, como dijo San Juan Pablo II.
Un medio de comunicación de una Iglesia misionera no debería ser autorreferencial, una conversación en la que hablemos únicamente de nosotros y entre nosotros. Sin renunciar a nuestra identidad y a nuestros principios, abriremos nuestras páginas a otros puntos de vista. Queremos hacer el esfuerzo de entenderles mejor, y en ese clima, de la “cultura del encuentro”, como le llama el Papa, aprenderemos a explicarles mejor nuestra fe. De la mano de Jesús, seguiremos defendiendo la vida, la familia, la sociedad civil.
Aprenderemos así a comunicar mejor la fe, como fruto de una escucha amable y de un esfuerzo para abrazar primero y explicar después.
* Directora de Comunicación de la Arquidiócesis de México.