Con Lázaro Cárdenas en el logotipo del Gobierno, no había manera de permitir que la cuarta transformación no iniciara su sexenio repudiando la inaudita e insultante importación de petróleo a México.
Bastaría la simple instrucción del máximo líder para que los totalmente inexpertos responsables del área energética del país frenaran las importaciones de petróleo ligero a territorio nacional.
Ésta es una explicación totalmente alternativa a la versión oficial de desabasto por el combate al robo de combustibles. Una explicación que suena lógica y con menos inconsistencias que la versión oficial.
Además, a pesar de las quejas presidenciales, The Wall Street Journal se mantiene en lo dicho, y sostiene que México redujo la importación de gasolinas y de petróleo ligero.
Si así ocurrieron las cosas, el presidente López Obrador no habría tenido a la mano algún funcionario que conociera realmente el sector energético que se atreviera a decirle que frenar la importación de petróleo crudo habría implicado un paro en la refinación local de gasolinas.
Si Pemex tuviera expertos en los más altos niveles, sin duda que le habrían explicado que frenar la refinación en plena época de mayor demanda, en un país donde las reservas de gasolina apenas alcanzan dos días, habría implicado un desastre.
Hay, pues, mucho que explicar por parte de un Gobierno que llegó con la promesa de que nunca mentiría.
Pero la crisis de disponibilidad de gasolinas ha dejado algunas cosas muy buenas que hay que aquilatar.
De entrada, se tuvo que declarar una guerra abierta en contra del huachicoleo. Sea la razón o el pretexto del desabasto, hoy no hay marcha atrás en el combate al robo de gasolinas, y esto va a dejar un saldo positivo para las finanzas públicas.
Si le salen bien las cosas al Presidente en este combate al robo, se va a apuntar un triunfo que servirá para paliar el error estratégico cometido en la disponibilidad de gasolinas.
Pero hay otro ganador indirecto de la crisis: la reforma energética.
Tal parece que tras el curso intensivo a palos sobre lo importante y sensible que es el sector energético, hay mayor comprensión sobre la ventaja de mantener la estabilidad.
En las promesas de campaña del hoy Presidente se juraba que se pondría a consideración del pueblo, al estilo de la consulta del aeropuerto, la posibilidad de echar para atrás la reforma energética.
No dejará de haber quejas del resultado de la reforma energética, pero el propio presidente Andrés Manuel López Obrador refrendó ayer su compromiso con el cumplimiento de los contratos.
De hecho, ayer mismo se reunió largo y tendido con muchos empresarios del sector energético a los que les pidió que se apuren a tener resultados. Ni una palabra de echarles encima al pueblo obediente.
La crisis de disponibilidad de gasolinas va a dejar consecuencias económicas, pero también parece que deja enseñanzas y experiencia a los que hoy descubren que una cosa es plantarse en la plaza pública a corear vítores al Tata Cárdenas y otra muy diferente es gobernar.