“Se juega a veces bien y no se pasa. Yo prefiero jugar mal y pasar”, admitió Diego Simeone tras ver a su Atlético de Madrid eliminado de la Copa del Rey.
Entre el alarde de competitividad y su afán de mostrar un carácter sólo conforme con el triunfo, el director técnico dejó un terreno perfecto para el debate. Primero, la duda sobre qué es jugar bien. Segundo, si ha de ser relevante la coherencia. Tercero, cómo se relaciona esa declaración con cualquier otra actividad.
Empiezo por la última: la frase suena a como si un chef prefiriera cocinar mal y observar sus mesas llenas, o un autor escribir fatal y vender millones de libros, o un médico no curar a nadie pero tener su consulta retacada.
Jugar bien no tiene que implicar cierta cantidad de toques al balón ni ser hegemónico en su posesión. Ni siquiera las florituras con la pelota o anotar alta cantidad de tantos. Jugar bien es instaurar un mecanismo funcional para que el equipo rival haga menos goles que el propio, para que luzcan las fortalezas propias y se exhiban las debilidades ajenas, para que un colectivo se esfuerce en el mismo sentido de manera eficiente y consumada.
En el polo opuesto respecto a Simeone, debe colocarse la proclama lanzada por el crack Sócrates cuando su Brasil fue eliminado del Mundial 1982 por una Italia destructora: “jugando así, es válido perder”. Fiel defensor de la coherencia y la estética, el barbado mediocampista no sólo tenía nombre de filósofo, también vocación: “La belleza es lo primero, la victoria es secundaria, lo que importa es el gozo. El futbol es un arte y tiene que ser sobre mostrar creatividad”. Incluso enfatizaba que si Van Gogh se sublimó fue porque no persiguió (y ni siquiera obtuvo) reconocimiento público; siendo así, lo de obstinarse en vencer como fuera carecía de sentido.
El Atlético del Cholo no ha llegado a niveles de poder ser recordado como el mejor de la historia, jugando mal; todo lo contrario. Apelando al gran espíritu de su entrenador (la mímesis: once Simeones en la cancha), ha sabido transformar sus carencias en amenazas. Discurso de “nosotros los pobres” que ya no embona tan bien con una realidad donde Griezmann es de los mejor pagados del mundo y se dispone de tan poderoso plantel.
No obstante, incluso en su defensa a ultranza de cada gol y en el convertir el 1-0 en rutina, el Atleti de los últimos años ha jugado demasiado bien. No así, en la Copa del Rey frente al Girona. Nadie puede afirmar que el cuadro que mejor defiende y ejerce su localía, jugó bien cuando encajó tres anotaciones.
La frase de Simeone funciona bien para la retórica. Incluso hurga en los cajones de la épica. Sin embargo, lo hace sin sentido: todos quisiéramos que aun equivocándonos las cosas nos resulten, no sólo él; eso no significa pelearnos con la calidad que, desde cada rubro, nos sabemos capaces de ofrecer.
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