No es lo mismo que dos noticias se susciten casi simultáneas, a que una sea consecuencia de la otra.
Minutos después de haber caído en el Abierto de Australia a manos del joven Stefanos Tsisipas, Roger Federer confirmó que, a diferencia de lo acontecido en las pasadas dos temporadas, en este 2019 sí participará en la temporada de arcilla.
Establecer que porque perdió sorpresivamente en octavos de final (o, más incluso, que porque en una semana Rafael Nadal se le puede acercar a sólo dos títulos de Grand Slam), ha modificado sus planes, es ignorar uno de los elementos medulares de su trayectoria: evitar la improvisación, no sucumbir al pánico, dejar que la razón (y no las vísceras) orienten sus pasos.
Luego de una sequía de Grand Slams de cinco años, en 2017 decidió renunciar a la arcilla; el resultado fue la cosecha de dos de los cuatro grandes trofeos de ese año. Visto el éxito, para 2018 replicó la estrategia, sumando un Abierto de Australia más.
Desde el último trimestre del año pasado venía admitiendo sus ganas de regresar a la arcilla, cuya cumbre es Roland Garros, reino donde Nadal ha mandado incontestablemente. ¿Bajo qué argumentos? Primero, que repite que se siente sano y pleno, por mucho que la derrota ante Tsisipas haya llevado a muchos a volver a plantear un adiós (a pregunta por las palabras de John McEnroe, aludiendo al final para Federer, respondió con plasticidad de saque as: “Él pasa mucho tiempo ante el micrófono. Siempre dirás cosas. Amo a John. He escuchado esa historia ya por diez años.
Desde esa perspectiva, nada nuevo aquí”). Segundo, su insistencia de que en esta etapa lo que más desea es pasarlo bien (“Estoy en un momento en el que creo que tengo que disfrutar. Es algo que he echado de menos. He decidido no hacer un gran parón otra vez más. Ya los tuve, no tengo la sensación de que sea realmente muy necesario”).
Así que del posible Federer-Nadal en semifinales australianas, nos iremos a acaso otro ante el trono del mallorquín en París.
¿Qué pasará si Rafa gana Australia y luego Roland Garros, en el que siempre será favorito? Es mucha especulación y subestimación no sólo a Djokovic, sino a las figuras emergentes de la raqueta, pero que llegaría al segundo semestre del año un solo título grande por debajo de Federer.
¿Quiénes hasta ahora han (hemos) insistido que Roger es el mejor de la historia, nos quedaremos sin argumentos? No, su grandeza suele estar reforzada por los números, aunque existe incluso al margen de ellos: en técnica, en longevidad, en innovación, en talento puro y duro.
Por lo pronto, diferenciar: no porque Federer haya perdido ante Tsisipas, irá a la desesperada a Francia. En la epopeya del monarca Roger no se decide con base en impulsos. De lo contrario, todo habría terminado desde diez años atrás, admitiendo el pronóstico de McEnroe.
Twitter/albertolati