La renuncia de la magistrada Janine M. Otálora Malassis a la presidencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) constituye un golpe a una de las pocas instituciones que fungían como contrapeso del Ejecutivo.
Otálora fue atacada, hasta con vileza, por no haber respaldado el proyecto de anulación de la elección en Puebla; su voto le dio el triunfo a la fallecida Martha Erika Alonso.
A partir de ese episodio, la magistrada fue amenazada por el responsable del proyecto, José Luis Vargas, quien con una inusitada premura, después del fallo, acusó a Otálora de favorecer al PAN.
El 18 de diciembre pasado, Vargas publicó en su cuenta de Twitter: “Hoy por la mañana anuncié la preparación de denuncias con elementos y pruebas que apuntan hacia irregularidades cometidas por la presidenta del #TEPJF, @JanineOtalora. Éstas se presentarán en las próximas semanas’’.
Hasta donde se sabe, ninguna denuncia fue presentada por el magistrado.
Días antes, el día 15 del mismo mes, Vargas acusó que había otros magistrados que igualmente pedían la renuncia de Otálora, “aunque soy el primero que lo pronuncia públicamente. Lo dije en el pleno: ha habido cuestiones que han alterado votaciones (anteriores); también lo expresé públicamente en la sesión del sábado 8’’.
Los ataques no sólo vinieron de Vargas, sino del candidato perdedor, Miguel Barbosa, de la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, y hasta del propio López Obrador.
La ahora ex presidenta fue muy cauta en su reacción y se negó a responder públicamente los señalamientos en contra que de forma rabiosa le imputó Vargas desde el interior del Tribunal.
En su carta de renuncia, redactada con una civilidad impecable, Otálora emite una frase que no deja lugar a dudas sobre los motivos que tuvo para su renuncia a la presidencia: “En aras de facilitar la transición del Tribunal…’’.
¿Transición hacia dónde?
Porque hasta donde sabemos, la única función del Tribunal es aplicar la ley, simple y llanamente.
Pensar que se debe adecuar “a los nuevos tiempos políticos’’ es casi un eufemismo para decir que debe estar al servicio de la administración en turno.
La renuncia de la magistrada, sin duda, lleva marcada la palabra Puebla en la frente.
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Y si no lo cree, nomás échele un ojo al currículum del nuevo presidente –lo eligieron en fast track en una reunión privada-, Alfredo Fuentes Barrera, quien por cierto votó a favor de anular la elección en Puebla.
Fuentes es un personaje muy cercano al priismo de Atlacomulco; incluso el presidente Peña lo propuso como candidato a magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación junto con Eduardo Medina Mora Icaza, quien finalmente fue electo como miembro de la Corte.
Si a este nombramiento le sumamos el hecho de que el lunes pasado otro priista redimido por Morena, Guillermo Pacheco Pulido, fue impuesto por la mayoría del partido mayoritario como gobernador interino de Puebla, ya podrá imaginarse el desenlace de la próxima elección en ese estado.
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Vicente Fox prometió en campaña resolver “en 15 minutos’’ el conflicto zapatista.
Y ya como Presidente se ofreció a mediar entre las dos Coreas.
Ahora que el pueblo se ha levantado en contra de Nicolás Maduro, la Secretaría de Relaciones Exteriores argumentó que no podía reconocer al presidente designado, Juan Guaidó, porque la Constitución Mexicana está por el respeto a las autodeterminaciones de los pueblos… y porque en el fondo cree que México puede ser mediador entre ambos bandos.
En tanto, la gran mayoría de países de la región, salvo México, reconocieron a Guaidó como Presidente.
Híjole, qué pena con los vecinos.