La ola expansiva de la crisis política en Venezuela alcanzó a México con las presiones de ciudadanos en redes sociales que clamaban por la condena del gobierno de Nicolás Maduro, los partidos de oposición no tardaron en hacer eco de las demandas y exigieron un pronunciamiento, que en algunos casos pasó por el reconocimiento de la presidencia de Juan Guaidó.
El partido que por décadas enarboló la bandera de la izquierda en México fijó postura mediante comunicado de prensa: “El PRD deplora que la representación de nuestro país no haya sido solidaria con el pueblo venezolano y, sobre todo, con la unidad latinoamericana que se ha venido construyendo a través del Grupo de Lima, cuyos integrantes se expresaron contra el gobierno de Nicolás Maduro”.
Mientras que el PAN y PRI “lamentaron” la postura del Gobierno de México y, con frases distintas, exigieron lo mismo que el PRD.
Lo anterior tomó mayor fuerza en la conversación nacional debido a que Jesús Ramírez, vocero del Gobierno federal, aseveró que “la postura de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador es mantener la relación con el mandato legítimamente electo que encabeza, Nicolás Maduro.
La inmediatez con lo que las redes sociales generan presión, condenan y, en muchos casos, pueden destruir una reputación, han obligado a que Gobiernos e instituciones emitan respuestas elaboradas bajo la presión de la “dictadura de lo instantáneo”, en donde la reflexión se ha llegado a limitar hasta en 140 caracteres.
“El Gobierno de México no otorga reconocimiento porque considera que esta práctica es denigrante, ya que además de herir la soberanía de las otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores pueden ser calificados en cualquier sentido por otros Gobiernos, los cuales, de hecho, asumen una actitud de crítica al decidir favorable o desfavorablemente sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. El Gobierno mexicano sólo se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos, sin calificar precipitadamente, ni a posteriori, el derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus Gobiernos o autoridades”, señala la doctrina de política exterior con la que México se ha conducido desde 1930.
La Doctrina Estrada, cuyos fundamentos son el principio de no intervención y libre autodeterminación, tiene que ver con el reconocimiento de Gobiernos, y no de Estados, que no es el caso en el tema que tanta controversia generó, pero tampoco impide a reconocer la existencia de violaciones a los derechos humanos en otras naciones, es decir, nuevamente, la oposición obligó al vocero presidencial a salir al paso.
En el apresurado paso marcado por el reloj internauta, Ramírez se apresuró y emitió una declaración que dejó de lado a la Doctrina Estrada, pero también a que los mexicanos demandan que el Gobierno nacional no se paralice frente a lo que el vuelco de multitudes venezolanas ha salido a demandar: su libertad.
Apegarse a la Doctrina Estrada y a la tradición de la política exterior mexicana, pero también recordar la actuación de Lázaro Cárdenas frente a la tragedia del pueblo español, a quienes extendimos nuestros lazos y abrimos las puertas.