¿Conocen A martillazos, la novela de Andreu Martín? El protagonista, Sánchez, un hombre que nunca tuvo gran cosa, se gana la lotería y decide usar esa pequeña fortuna para alcanzar la grandeza, para rozar el cielo; para demostrarse y sobre todo para demostrar a los que fueron más afortunados, los parroquianos del bar de la esquina, que puede construir una vida exitosa, una vida que deje huella. El resto del libro, tenso, angustiante, adictivo, consiste en ver cómo Sánchez tira el dinero a la basura en ocurrencias sin pies ni cabeza, en arrebatos, en tapar con una lana el desastre que hizo con la anterior.
He ahí una buena propuesta de “cartilla moral” para el nuevo régimen. Podrían negociar con Martín y hacer una edición masiva, como la del librito de Alfonso Reyes, a la que tal vez se le podría hacer un cambio el título. Sería más apropiado A billetazos.
Y es que, tiene uno la impresión, los amigos de la 4T lo quieren resolver todo así: a billetazos. ¿La clausura de Texcoco amenaza con catástrofe? Págale una fortuna a los chicos de los bonos. ¿Prometiste abrir Los Pinos pero no tenías un proyecto cultural elaborado? Mantenlo a billetazos. ¿Tienes un problema de delincuencia ente los jóvenes? Bécalos, que además te lo agradecerán en las urnas. ¿Que el pueblo bueno siempre sí andaba metido en el huachicoleo y que el huachicoleo siempre sí era el problema, aunque antes hubieras dicho que el problema estaba más bien en las oficinas de Pemex? Miles de millones de pesos para la gente que vive cerca de los ductos, porque, sin un estudio que lo sostenga, decidiste que los que roban son los pobres, que además también ayudan luego en las urnas. La estrategia se extiende al gobierno de la Ciudad de México. ¿Una banda hace préstamos leoninos para quitarle su dinero a la gente más necesitada? Préstamos cómodos a cargo del erario.
Claro, la lana se acaba. Se acaba, sobre todo, cuando no sólo no tienes un aeropuerto presentable sino que tampoco ganaste mucha confianza. Se acaba cuando las economías gringa y china parece que van a un mal momento y tus economistas no han acusado de recibido. Se acaba cuando te empeñas en pagar refinerías y trenes. Se acaba cuando tu crecimiento anual se va a desplomar hasta el 1%, la mitad de lo conseguido, sostenidamente, durante las administraciones anteriores. Se acaba, pues, porque, de momento, el que paga es el neoliberalismo.
Perdonen el spoiler: Sánchez lo pierde todo. El dinero que tiró a la basura sí era suyo.