El número de migrantes y refugiados que llegó a Europa en 2018 disminuyó en un 86 por ciento respecto al año 2015, cuando se suscitó la llamada “crisis migratoria en el Mediterráneo”, reveló la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

El año pasado, el viejo continente vio peregrinar a más de 138 mil personas, dejó conflictos entre naciones y sociedades divididas entre la solidaridad y la xenofobia.

De ellos, 20 mil arribaron por el Mediterráneo a Italia; otros 35 mil a España, y unos 20 mil a Grecia, de acuerdo con cifras de la misma agencia, disponibles a septiembre pasado.

En 2014 llegaron a Europa 216 mil inmigrantes y refugiados, pero en 2015 la cifra se disparó a un millón 15 mil personas que huían de conflictos armados, persecuciones, pobreza y tráfico de humanos, un periodo que conformó una de las mayores crisis migratorias y humanitarias en la región.

Del total de migrantes registrados en 2015, más de 800 mil fueron traficados por mar desde Turquía a Grecia, y la mayoría de ellos siguió viajando por Europa para llegar a Alemania y Suecia, detalló el organismo.

Luego de esta emergencia las cifras comenzaron a disminuir: en 2016 fueron 362 mil; en 2017 llegaron 172 mil; y en 2018 arribaron a Europa 138 mil 882 migrantes y refugiados, de acuerdo con cifras de la agencia de Naciones Unidas.

La mayoría de migrantes y refugiados han ingresado de manera ilegal a Grecia e Italia, para seguir su camino hacia el centro y norte de Europa.

Lanza llamado El Papa

En un discurso durante su visita a Panamá, el Papa Francisco llamó a los sacerdotes a ayudar a sus comunidades a superar “miedos y recelos”, ante el creciente fenómeno migratorio en América Latina, y pidió potenciar a los jóvenes, quienes se encuentran, dijo, sumergidos en situaciones altamente conflictivas.

En un mensaje a los obispos centroamericanos, reunidos en Panamá para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), Francisco afirmó que la Iglesia, gracias a su universalidad, puede ofrecer una hospitalidad “fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen”.

“Acoger, proteger, promover e integrar a los pueblos pueden ser los cuatro verbos con los que la Iglesia, en esta situación migratoria, conjugue su maternidad en el hoy de la historia”, expuso.

LEG