AMLO revela una visión internacional cerrada que le sale cara a México de distintas formas. Pongo tres ejemplos. Primero, Trump declarando la semana pasada que la inseguridad en México es el “gran contribuyente a la crisis humanitaria que se lleva a cabo en la frontera”, y reiterando que el muro debe construirse para que esa violencia, que es “aún peor que (en) Afganistán”, no llegue a EU Trump tiene el derecho de proteger a su población, pero eso no implica que AMLO deba permitir que use a México como costal de boxeo. Su tímido “yo respeto” invita a Trump a seguir soltando golpes para que su base electoral le aplauda.
Había respuestas más dignas: “nuestros países requieren puentes, no muros”; un recordatorio de que el flujo ilegal de armas desde EU sostiene buena parte de la violencia en México; o recalcar la falta de una reforma migratoria en EU que mitigue la cada vez menor inmigración ilegal. AMLO incluso podía responder como, según The Mexico Institute, 22 de los 23 condados fronterizos estadounidenses son más seguros que condados similares en otras partes de EU; o como un estudio reciente de Pew Research encontró que 62 % de los estadounidenses piensa que la inmigración fortalece a su país.
El segundo ejemplo es la ausencia de AMLO en el Foro Económico Mundial 2019, en Davos, Suiza. Algunos ven dicho evento como un cóctel glorificado para la élite global, y en cierto sentido lo es. Pero al final, es un punto de reunión del poder público y privado del mundo, y personas como Angela Merkel, el CEO de Microsoft y el Príncipe Guillermo, lo saben. Ahí se pueden iniciar contactos para atraer inversión extranjera a México, desarrollar proyectos conjuntos con otros gobiernos, o conocer de las nuevas tecnologías renovables.
Pero cuando el presidente de la decimoquinta economía no va, ni manda a secretarios de Estado (solo fue una subsecretaría de Economía), las fortalezas de México, o incluso las que al gobierno le interesa resaltar, pasan desapercibidas. Desde ahí, AMLO, su canciller o la secretaria de Economía pudieron haber explicado el plan anticorrupción, su política social, o invitado a jefes de Estado y a directivos de empresas a visitar o invertir en México, respectivamente. Sin embargo, bajo el argumento de que la falta de gasolina ocupaba a todo el gobierno sin excepción (cosa que además revela la impracticidad de su “respuesta”), otros países como Brasil y España ocuparon el vacío que dejó México.
El tercero es la postura del gobierno ante la ruptura del orden constitucional en Venezuela, que se dio desde que Maduro disolvió el Congreso de mayoría opositora en 2017. AMLO dice apoyar la autodeterminación de los pueblos como pretexto para no tomar partido, sin darse cuenta de que esta solo existe en entornos sin coerción. Venezuela lleva años buscando reconstruir su democracia, y tenemos que ayudarla, como lo han hecho decenas de gobiernos democráticos, con un llamado a nuevas elecciones limpias y transparentes; nada más pero tampoco nada menos. Nadie quiere un “golpe de Estado” o una invasión americana, solo se pide que en Venezuela la gente decida quién gobierna, y no el ejército. Pero AMLO, como sabe que el ala radical de MORENA no ve mal a Maduro, decidió tomar una postura que no los moleste, y de paso, pintó a México como apologista de dictadores.
@AlonsoTamez