Esperando una visa humanitaria en uno de los estados más violentos de México, migrantes centroamericanos dicen que buscarán nuevas rutas en la frontera entre México y Estados Unidos si los cientos de militares enviados el miércoles por el gobierno de Donald Trump les cortan el paso.
El martes, el mandatario estadounidense dijo que enviará 3 mil 750 soldados adicionales a la frontera sur de su país para prepararse ante una “tremenda arremetida” de caravanas de migrantes ilegales.
El miércoles fue aprobada la movilización de unos 250 uniformados desde Arizona hacia Texas para reforzar el cruce fronterizo Eagle Pass, según un comunicado del Departamento de Defensa.
“Estamos esperando la visa humanitaria, si no es por aquí será por otra frontera. No podemos detenernos”, dijo Óscar López, un hondureño de 33 años que huyó de la violencia en su país acompañado de su esposa y dos hijas.
López y su familia se encontraban en el pueblo mexicano Piedras Negras, en el estado Coahuila, frente a Eagle Pass, luego de una travesía que emprendieron semanas atrás desde Honduras tras recibir amenazas de muerte de delincuentes.
Desde octubre, miles de migrantes centroamericanos salieron de sus países en caravanas buscando asilo en Estados Unidos, pero la saturación de los puertos fronterizos los ha obligado a buscar nuevas rutas como Piedras Negras.
Coahuila, sin embargo, no es un lugar tranquilo. En 2011, alrededor de 300 personas fueron asesinadas en una de las peores matanzas perpetradas por el sanguinario cártel de los Zetas que, un año antes, participó en un masivo asesinato de migrantes en el estado fronterizo Tamaulipas.
“Yo veo varios riesgos para los migrantes”, dijo Alberto Xicoténcatl, director de una de las casas de migrantes en Coahuila, quien citó abusos de la policía local, una “fuerte presencia” del crimen organizado y “un amplio sector” de la población que ha mostrado animadversión hacia la migración.
NUEVAS FRONTERAS
Esta semana, el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme dijo que no permitirán que más migrantes transiten por ese estado porque está saturado y no quieren que la situación se vuelva un caos.
Algunos migrantes dijeron que esperarán -como cientos de otra caravana lo hacen actualmente en Tijuana- por meses hasta comenzar su proceso de asilo en Estados Unidos, pero otros confesaron que buscarán nuevas fronteras.
“Todavía no solicito el permiso -visa humanitaria-, hay mucha gente (…) lamentablemente para mí es más difícil en mi condición pero si la gente se mueve, me voy con ellos”, dijo José Serrano, un migrante que ha ido en su silla de ruedas durante varias semanas desde que salió de Centroamérica.
En los últimos meses, Estados Unidos ha reforzado la seguridad en su frontera sur. En Tijuana, por ejemplo, colocó grandes vallas y alambres de púas al igual que en Mexicali. En otras zonas de su frontera con México ha realizado simulacros ante posibles amenazas en sus puertos fronterizos.
DJOR