Las fusiones en la banca de desarrollo es un tema viejo.

Una de esas propuestas recurrentes es unir al Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) con Nacional Financiera (Nafin) para, dice el discurso, reducir burocracia y mejorar la eficiencia.

El primer debate se dio con Felipe Calderón, quien antes de ser Presidente manejó el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), y al final se fue sin tomar una decisión.

Con Enrique Peña el análisis estuvo prácticamente todo el sexenio, y así lo recomendó Luis Videgaray como secretario de Hacienda y Crédito Público, pero luego se pospuso.

Uno de los opositores de esa integración, por considerarla inoperante, fue el anterior director del Bancomext, Francisco González Díaz, quien así lo expuso al equipo de transición.

En aquel tiempo, Carlos Urzúa apenas era secretario de Hacienda propuesto por Andrés Manuel López Obrador y, sí, escuchó con atención la narrativa pasada.

Pese a todo, Urzúa mencionó la integración de la banca de desarrollo al estilo Alemania como una de las alternativas, pero pendiente de estudio y muy lejana aplicación.

UN DIRECTOR MUY ACOTADO

La fusión de marras sigue pendiente.

Tal vez haya razones técnicas y económicas para posponerla, pero hay otra más importante, y es de tipo político.

El Bancomext y Nafin son parte de un pleito entre el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, y el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa.

El primero de ellos, seguramente en consenso con Andrés Manuel López Obrador, aconsejó mandar al regiomontano Eugenio Nájera al frente de los dos organismos.

La designación fue acreditada a Hacienda (Carlos Urzúa), pero en el mismo boletín se asentó:
(Nájera) “participó en el equipo de Alfonso Romo en la coordinación del gabinete propuesto por el entonces Presidente electo (…) en la coordinación de los planes sectoriales y estructuró la política para el desarrollo industrial y tecnológico de nuestro país para el período 2018-24”.

Es decir, se le considera muy importante para la estrategia del sexenio, pero no ha podido trabajar como debe y ni siquiera puede nombrar todos los colaboradores de su confianza.

Hasta ahora trabaja sin tener subdirectores cercanos en Nafin ni avanzar en la fusión porque lo frenan desde el ala norte de Palacio Nacional, donde despacha Urzúa.

Hasta hoy éste no ha podido deshacerse de Nájera, pero en el sector financiero se hacen apuestas sobre quién será el vencedor de esta lucha: ¿Alfonso Romo o Carlos Urzúa?

UNA CNTE MUY VICTORIOSA

Oficialmente ayer se liberaron las vías del tren en Michoacán.

El gobernador Silvano Aureoles lo anunció sin detallar el costo, pero quedó claro: la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) cobró por adelantado y se retiró cuando quiso.

Visto de otra manera -como lo hace desde tres decenios en Oaxaca-, le dio resultado su estrategia de protestar, exigir y cobrar, para repetir la secuencia cuando les viene en gana.

En lo político, fue notorio cómo Aureoles omitió dar algún crédito al Gobierno federal y en específico a Andrés Manuel López Obrador, quien lo criticó cuando fue a España y abandonó el conflicto.

Es decir, la confrontación sigue.

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