El libro llegó a mis manos de parte de la editorial Penguin Random House en el invierno adecuado. Recientemente había terminado una relación larga, de esas que piensas que no van a tener fin pero lo tiene y llega de sopetón.

Durante el primer vistazo que le di al libro pensé que era para “chavitas”, que mi hermana de 13 años lo leería encantada y sin aburrirse; para empezar, la portada es amarilla y está ilustrado con la Flaca —como me atreví a apodarle—, quien engalana cada una de las páginas.

Después descubrí que esa muñequita tiene vida propia, se ríe, llora, se juzga y se siente sola; pero también aprendió de los nudos en el estómago y lo bien que se siente saber lo que quieres; ahora es decidida.

La Flaca, quien es su autora, tiene su propia historia y comparte la edad que tú quieras que tenga; mi hermana, mi madre y yo leeríamos cada página escuchándonos a nosotras mismas en cada etapa, ya que somos felices, tuvimos miedo y buscamos la verdad.

Daniela Rivera Zacarías me contó cómo fue que nació la Flaca: “Siempre que dibujaba hablando por teléfono, es una sala de espera o simplemente sin hacer nada no sé por qué me venía a la cabeza, tampoco sé por qué tiene la cabeza tan grande pero empezó siendo un trazo a lápiz o pluma negra y, ahora, la muñequita es mi reflejo y ha cambiado con el tiempo como yo lo he hecho”.

Habalando sola… 10 años después es la segunda edición de un libro escrito en el pasado, un reflejo de las batallas peleadas, ganadas y perdidas en el silencio de la alcoba o en el eco de las carcajadas.
No hay un orden en la lectura, puedes empezar por el final y regresar al principio, en este libro las reglas son muy sencillas: tú decides qué pasa y por dónde transitas.

Uno de los muchos capítulos que releí fue el dedicado al alma, que empieza con esta línea: “Todo sigue aunque tú no estés”, y es muy cierto; Daniela Rivera Zacarías desmenuza su alma entre las 205 páginas de un manual que acompaña momentos dolorosos y sentimientos que, con temor a equivocarme, hemos sentido todos. El libro es para las personas que se dan el derecho de sentir y verse frente al espejo con defectos y virtudes.

La segunda parte de Hablando sola tiene los mismos capítulos que el primero y varios plus como el dedicado a su etapa como mamá, Madre y mujer, donde asegura que el amor se multiplica y comparte con sus lectores lo mucho que ha aprendido que hasta podría escribir un libro titulado Tienen razón, no es para tanto.

Daniela es una mujer que tiende a deprimirse, como ella cuenta en su libro, y el escribir se convirtió en una herramienta para sanar y comprender la vida. Por ello tiene dos recetas para ser feliz; la primera es “no esperar nada de nadie, porque al final todo sale bien”; y el segundo es la clave para el autoestima herido, “conocerte y quererte”.

Como empiezo, termino. El par de hojas dedicadas a la soledad —con las que más me identifiqué—, donde la Flaca y Daniela reflexionan sobre el aprender a soltar, profundizan en que no pasa nada si tenemos las manos vacías “y lo que dura para siempre es lo que aprendemos a soltar”.

LEG