En estos tiempos de redes y maniqueísmos, en este imperio de negros y blancos a cada día más reacio a ver grises, parece imposible admitir que algo haya podido ser de cierta forma con determinados elementos de alguna más.
El FC Barcelona ha retirado de manera póstuma (a 43 años de su muerte) las medallas que en 1971 y 1974 había otorgado a Francisco Franco.
Para fines de una historia sencillamente contada –y, de tan simple, casi incolora, inodora e insípida–, lo más práctico es decir que el dictador fue siempre enemigo del club blaugrana o, por contraparte, insistir que cómo se le deshonra así habiendo propiciado tan amplios beneficios a la institución barcelonesa.
Sí, es posible recordar que gracias a sus concesiones el estadio Camp Nou pudo ser construido y toda una deuda desaparecida, al tiempo que enumeremos algunos episodios incluso anteriores a Franco, en la dictadura precedente de Primo de Rivera. En las primeras décadas del siglo XX, el fundador Hans Gamper (suizo de nombre catalanizado a Joan) ya fue echado del país por su actividad independentista. Lo mismo, una vez concluida la Guerra Civil, el régimen golpista quiso rebautizar al equipo como FC España y cambiar su uniforme a rojo, sin olvidar cuando el viejo campo de Les Corts fue clausurado por pitos al himno español o antes el fusilamiento del presidente barcelonista, Josep Sunyol. Por ello, el escritor Manuel Vázquez Montalbán afirmaba que el cuadro culé era el ejército no armado catalán, “la eterna, sistemática reserva espiritual de Cataluña, para tiempos prohibidos”.
Con Franco por morir pero todavía tan amedrentador ahí, el Barça ya tuvo la osadía de imprimir sus registros en catalán; finalmente, esas gradas habían sido el único reducto en el que la gente se atrevió a mantener vivo su idioma, a hablarlo, a negarse a su desaparición. Así que perecido el tirano y a falta de saber si vendría algo mejor, el sitio al que se corrió con banderas catalanas fue el mismo Camp Nou…, construido, y una cosa no quita la otra, mediante favores o prerrogativas del mismo mandatario.
¿Que por qué se dejó ayudar el Barça por alguien tan opuesto (y opresor) a su cultura e ideales? Quien entre en tales consignas acaso no comprenda lo que es haber vivido bajo el yugo de una dictadura.
Así como me parece exagerado asegurar que, por ejemplo, Alfredo Di Stéfano terminó por vestir de merengue y no de azulgrana debido a la imposición de Franco, me parece mucho más simplificar una represión.
La historia no es tan simple. Vázquez Montalbán, experto como pocos en el tema, sintetizaba: “la significación del Barcelona se debe a las desgracias históricas de Cataluña desde el siglo XVII, en perpetua guerra civil, armada o metafórica con el Estado español”. Aunque hasta en esa confrontación hayan existido momentos de conciliación o conveniencia.
Twitter/albertolati