Historia tan añeja como la de las grandes rivalidades: si en los antiguos Juegos de Olimpia ya hubo deportistas que pretextaron una mudanza de Ciudad-Estado griego para cambiar de equipo o representación, desde el nacimiento del deporte moderno han existido traspasos entre clubes de máxima rivalidad.
En diciembre se cumplirán cien años de la transferencia más relevante en la historia del deporte estadounidense: esa que llevó a Babe Ruth de los Red Sox a los Yanquis. La enemistad entre las dos instituciones que a partir de ese momento ya sólo creció, la posterior maldición de los de Boston por más de 80 años sin ganar la Serie Mundial, el inicial intento de borrar el legado del apodado Gran Bambino en Fenway Park…, y los jugadores que volvieron a ir de una novena a la otra tras varias décadas de prohibición.
Once años después de la tormentosa salida de Ruth de Boston, el futbol italiano se vio sacudido por su primer traspaso escandaloso: Giuseppe Meazza ídolo máximo del Inter y bicampeón mundial con la selección azzurra, en 1940 cambió de acera para integrarse al AC Milán. En el fondo, ese había sido el escudo adorado de su infancia y donde quiso comenzar su carrera, sólo que al rechazársele por su apariencia quebradiza se sumó con despecho al Inter. Para profundizar en la herida, Meazza todavía militó en el otro gran rival interista, la Juventus. La pauta se abrió en Italia y desde entonces abundan los cracks que han vestido las casacas de los tres grandes, como Roberto Baggio, Andrea Pirlo y Zlatan Ibrahimovic.
El tema ha sido mucho más sensible en Inglaterra. Para dimensionarlo, basta con reparar en los más de 50 años sin transferencias directas entre Manchester United y Liverpool o en lo que supuso la firma de Sol Campbell dejando atrás al Tottenham a fin de sumarse al Arsenal. En las mismas islas británicas, cuando el ex Celtic Mo Johnston firmó por Rangers a fines de los noventa, se acabó su paz; tachado en su primera casa como máximo traidor, jamás aceptado en la segunda por ser católico, debía volar a Londres tras cada partido para salvaguardar su integridad.
Mudanza más habitual en España, por mucho que entre Barcelona y Real Madrid haya tan intensos sentimientos. El clásico de fines de 2002 siempre será recordado por el cochinillo lanzado de las gradas del Camp Nou hacia el recién fugado Luis Figo, aunque igual podemos anotar en el listado a Schuster, Laudrup, Luis Enrique, Ronaldo, Eto´o, y mucho antes al gran capitán blaugrana, Josep Samitier.
Nicolás Castillo, como buena parte de los casos mencionados, juró amor eterno a Pumas, mas hoy vuelve a Ciudad Universitaria con piel americanista. Ni el primero ni el último con esa condición. Tan habitual como cuando en el 420 a.C., en la antigua Olimpia, el atleta Lichas entró a la competencia de carrozas no por Esparta sino por Beocia. Tema viejo como el deporte.
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