Hoy por hoy, nadie tiene el poder mediático de López Obrador. Sus “mañaneras” dominan la agenda de los medios y le dan a sus seguidores la versión “oficial” que deben repetir. Sería ingenuo pensar que alguien le va quitar ese poder en breve, pero ello no significa que no se deba disputar parte del mismo, bajo la máxima liberal de siempre buscar domar al poder público. Por esto, pienso que la inclinación del presidente a siempre querer acaparar los medios hace necesaria una especie de “mañanera” de oposición.

Es probable que las diferentes agendas políticas que caen dentro de esta no permitirían una “mañanera” de toda la oposición formal (y tal vez ni siquiera sea deseable polarizar la política en solo dos bandos). Pero lo que es innegable es que hay un vacío de réplicas a las “mañaneras” presidenciales que un partido opositor, si se pone las pilas, podría llenar. No diariamente como López Obrador, ya que al intentar seguirle el paso no se lograría comunicar nada de forma clara; pero una contestación, digamos, semanal ante medios y en redes sociales, sería muy interesante.

Evidentemente un esquema así no debería ser usado solo para atacar al presidente (sería contraproducente para el organizador y nocivo para la democracia). Más bien se puede diseñar como una respuesta institucionalizada a los planteamientos gubernamentales y a las posturas de López Obrador durante (o tras) esa semana, y dicha réplica pudiera ser positiva, en forma de respaldo y contribución; negativa, en forma de críticas y contrapropuestas; o mixta. Al principio la dinámica sería débil, pero con el tiempo podría a llegar ser vista por la sociedad como legítima e incluso necesaria, siempre y cuando se distinga en forma y fondo de, por ejemplo, las conferencias de los líderes parlamentarios (enmarcarla de inicio como una “mañanera” opositora sería crucial para esa diferenciación).

El partido que más “legitimidad” tendría para montar un esquema así, es el PAN. Siendo la segunda fuerza a nivel federal, y por ende, el más “facultado” para asumir el primer vagón del tren opositor, el partido de Luis H. Álvarez podría capitalizar este ejercicio. Otro podría ser Movimiento Ciudadano. Si bien no es un partido nuevo, sí es una fuerza emergente y moderada con perfiles dinámicos como Patricia Mercado y Jorge Álvarez Máynez. Además, suele tener un diálogo constante con la sociedad civil, cosa que le daría mayor credibilidad a una potencial dinámica de réplicas al gobierno; y por otro lado, cuenta con un gobernador, Enrique Alfaro de Jalisco, que ha demostrado que no teme señalar lo que ve como errores del presidente.

Por el momento, no veo al PRI o al PRD con la solidez interna para construir un espacio creíble de réplicas al presidente. El primero tiene muchos arreglos internos por replantear y, al parecer, ciertas divisiones entre sus líderes parlamentarios y sus gobernadores. Y el segundo acaba de perder 9 diputados federales y, en esencia, se resquebraja desde 2015. El Partido Verde, por su parte, siempre ha sido el mal chiste de nuestra joven democracia.

Mientras la dinámica sepa transmitir qué y cómo puede mejorar el gobierno, estaría cumpliendo dos propósitos importantes, uno individual y otro sistémico: primero, el partido que lograse consolidar una “mañanera” opositora tendría mayor oportunidad de posicionarse como la alternativa más creíble a MORENA-PES-PT hacia 2021; y segundo, estaría dando un importante servicio a la democracia al estructurar y hacer digeribles las posturas de una parte de la oposición, para que la sociedad tenga una imagen más plural de la política y no solo la versión a conveniencia que el gobierno da todas las mañanas.

@AlonsoTamez