María, quien vivía en la comunidad de Filo de Caballos, en el municipio de Leonardo Bravo en el estado de Guerrero, llegó hasta Palacio Nacional donde un veintena de niños corre a la improvisada cocina para pedir su desayuno en este campamento.
Ella tiene dos hijos adolescentes y no quiere que sean captados por grupos que tienen tomadas algunas localidades de la cabecera municipal de Chichihuaulco, razón por la cual desde hace cuatro meses sacó unas mudas de ropa y dejó su casa y todas sus pertenencias para huir de la violencia; “desde noviembre del año pasado todo eran balaceras”, explicó a Notimex.
Mientras, en el campamento, algunas mujeres preparaban afanosas huevo con frijol, calientan tortillas y distribuyeron alimentos a los niños que ya jugaban desde temprano en el suelo, así como a los padres de éstos, quienes buscan ayuda del gobierno federal para resolver su situación.
En respuesta, personal del subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas, se acercó el viernes pasado a los desplazados a quienes les aseguró que el próximo lunes tendrían una respuesta.
En el campamento no tienen agua, ni comida, por lo que entre todos cooperan para la compra de alimentos, en tanto que algunos contingentes salen hacia la caseta de cobro de Tlalpa en la carretera México-Cuernavaca para hacer trabajo de boteo y recaudar algunos fondos.
En el campamento hay 300 personas, alrededor de 60 son niños y con el paso de los días su salud se ve afectada; ya empiezan con infecciones en los ojos y en garganta, al final todo el día están a la intemperie, en las mañanas se suelta el frío y en las tardes el calor excesivo, explicó María.
Añadió que también hay ancianos y personas con enfermedades crónicas, incluso el lunes pasado casi nace un bebé en el campamento, luego de que su madre había llegado al lugar y comenzó a sentir contracciones, por lo que fue llevada a un hospital para dar a luz.
Pese a estas condiciones, María aseguró que esperará a los pies de Palacio Nacional hasta que el presidente Andrés Manuel López Obrador les dé una respuesta, además al igual que los demás desplazados ya cuenta con un documento en el que solicita vivienda digna para su familia.
En dicho documento también solicitan mejorar las condiciones de salud y educación debido a que los niños llevan al menos dos semestres sin clases formales, así como seguridad permanente para después del repliegue de los comunitarios, “corremos riesgo de que vuelvan a entrar si nos dejan solos”.
En el campamento habitan de manera temporal aproximadamente 61 familias, la mayoría fueron desplazadas por la violencia y esperan recibir algún apoyo para rentar viviendas mientras pueden volver a sus hogares, ya que por el momento es imposible debido a la violencia que se vive en sus comunidades.
Las localidades afectadas son un paso de acceso a mineras; se trata de un corredor que va de Casa Verde a Corralitos, el único acceso al municipio de Heliodoro Castillo y los grupos comunitarios violentaban a las familias por tener libre acceso; “estuvieron constantemente balaceando nuestros pueblos, ellos querían ese acceso, ya lo tienen, no se conformaron con eso, balacearon casas, las abrieron, robaron, se llevaron todo.
“Quedarme en Filo de Caballos es estar obligada a hacer lo que ellos digan, nos obligaron a irnos, llegaron con la balacera, ya no me dio tiempo de nada” recordó sobre lo que la motivó el 11 de noviembre del año pasado a dejar su hogar, junto con su familia y otras tantas, que esperan volver a sus casas.
En el campamento esperan los desplazados de la Sierra de Leonardo Bravo y Zitlala, con habitantes de las comunidades de Morros, Campo de Aviación, Filo de Caballos y Tres Cruces, “nosotros queremos regresar a nuestros pueblos, ahí nacimos, ahí crecimos, ahí tenemos a nuestras familias, nuestros hijos, ahí tenemos todo”.
Bartolo Hernández, quien viene de la comunidad de Tres Cruces del municipio de Eduardo Neri, señaló que los mismos que desplazaron a los de las otras comunidades también lo hicieron con su familia, “a la brava, porque llegan balaceando por donde quiera y si no te matan”.
Rememoró que a uno de sus hijos, Gilberto, de 18 años, se lo llevaron el 15 de diciembre pasado, y hasta ahora todavía no sabe su paradero.
“Se sabe que ya han tomado las casas, incluso viven ya en nuestros hogares”, señaló con coraje, tras mencionar que a su esposa la golpearon y ahora solo quiere regresar a su casa para volver a verla.
“Yo quisiera que el gobierno nos apoyara para regresar a las comunidades, apoyo para que el gobierno desaloje a estas gentes de nuestros territorios, yo lo veo fácil, es cuestión de que López Obrador dé la orden de que los desalojen, el conflicto no es de unos meses, es de muchos años”, refirió.
“Ya no nos van a dejar entrar hasta que llegue el gobierno y los desaloje, si ahorita, el lunes, me siguen dando largas yo me voy, ya no me quiero quedar más, mi hijo no lo encuentro, no sé si ya está muerto, a ver cómo le hago no tengo recursos pero yo quiero seguir buscándolo.
“Yo no soy delincuente pero si no nos resuelven nos vamos a volver, vamos para tres meses, cuatro meses pidiendo el desalojo, es complicado que nos sigan dando largas”, expresó con indignación.
jhs