Como lo hemos platicado en ocasiones anteriores, hay momentos en donde los mercados tienden a presentar una mayor volatilidad que significa un rango de movimiento más amplio, derivado muchas veces en un ciclo.
En esta ocasión, el mercado de cambios en México tiende a incrementar dicha volatilidad entre los meses de marzo y julio en el primer año de Gobierno, medido por sexenios y corresponde a este 2019.
Hasta ahora, el movimiento del peso mexicano se ha visto favorecido por un alto spread entre las tasas de interés de México y Estados Unidos que han aprovechado la coyuntura de la Fed de hacer una “pausa” muy probable a lo largo del año, y cuya expectativa en el mercado es que la tasa de referencia la mantenga sin cambio en 2.5% anual.
La tasa de referencia en México se encuentra en 8.25% anual, es decir, 3.3 veces superior a la tasa de interés de referencia de la Fed. Ha permitido al extranjero “sortear” este momento aprovechando, “vender” dólares, “comprar pesos”, “invertir en tasa de interés corta (Cetes)”.
Los futuros en Chicago han mostrado un crecimiento importante en las posiciones “largas en pesos” de manera creciente en las últimas semanas. El número de contratos se aproxima a zonas altas, que en ocasiones anteriores han detonado en rápidos ajustes que forman parte de movimientos más francos de alza.
Todos los elementos técnicos de nueva cuenta se están posicionando para este proceso. El tipo de cambio acumula, en lo que va del año, una apreciación de 36 centavos, equivalente a 1.82% al situarse en $19.28 a la venta en el mercado interbancario.
Desde el punto de vista técnico, mientras respete en movimientos de apreciación la línea inferior en $19.00, buscará un siguiente objetivo hacia $19.40-$19.60, donde se ubican promedios móviles más relevantes, pero ya dentro de una formación técnica de alza cuyo objetivo estará entre $20.00 y $20.50. Hablamos de una depreciación alrededor de 5.0 a 6.5%.
Seguramente tendremos factores externos e internos que pudieran apoyar este escenario. En la parte externa, está el mismo proceso de desaceleración mundial, Con Europa y China como puntos de cuidado, el propio Banco Central Europeo (BCE) que podría cambiar su lenguaje ante un deterioro de su economía, el Brexit y una decisión inesperada; en Estados Unidos, eventos más ligados al Rusiagate, a la confrontación del Congreso con el Gobierno americano, a una desaceleración mayor de la economía de Estados Unidos.
En la parte interna, el enfriamiento de la economía mexicana afectada por la falta de inversión privada y un consumo cada vez más limitado, ajustes en la calificación crediticia de la nota soberana desde cambios en la perspectiva como se dio al final de la semana por S&P, hasta ajuste de un escalón a la baja (que no pierde el grado de inversión, pero sí aumenta la prima de riesgo), confrontación entre iniciativas en el Congreso vs. sectores de la economía y parte de la iniciativa privada que siguen mermando la “confianza” del inversionista, la falta de la inversión pública y activación de presupuestos federales y estatales.
S&P bajó la perspectiva de la nota soberana a México a “negativa” ante menores previsiones de crecimiento económico. Cambios en las políticas del Gobierno con menor participación privada en el sector energético y otros proyectos han mermado la inversión y la confianza. Además, Pemex enfrenta una carga fiscal muy pesada.