José Narro Robles, ex rector de la UNAM y ex secretario de Salud, decidió dar el salto y competir por la presidencia del PRI.

No lo hubiera hecho sin que antes un grupo de la llamada “nomenclatura’’ tricolor le ofreciera su respaldo; así se juega en todos los partidos.

La pregunta es quién de los muchos priistas de primer nivel ahora desempleados va con el ex rector.

Narro ha sido un funcionario eficiente, y hay quien dice que si él hubiera sido el candidato presidencial el año pasado, el PRI no habría perdido tan estrepitosamente.

Pero Narro no tiene trabajo de base.

Es decir, los priistas de a pie, ésos que siempre se han quejado que las dirigencias estatales o la nacional ignoran por años y vuelve los ojos a ellos sólo cuando hay elecciones, no lo conocen.

Quienes lo apoyan creen que el único hecho de que haya sido un funcionario reconocido, sin escándalos de corrupción en su currículum, es suficiente para hacerlo abanderado del nuevo PRI.

Eso sería suficiente si no fuera apoyado por priistas que estuvieron involucrados en escándalos de corrupción por diversos motivos.

Porque si bien importa el personaje, también importan los patrocinadores.

Colocado ya como uno de los precandidatos a vencer en la carrera por la presidencia del PRI, el ex rector enfrentará a políticos con larga carrera partidista, como Ulises Ruiz y el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno.

Ruiz presentó la semana pasada una queja ante el INE por actos anticipados de campaña en contra de Moreno, y publicó un video en el que explica por qué está enojado con la dirigencia nacional de su partido.

Moreno, por su parte, ha sido todo en su partido; tiene un amplio trabajo de base que culminó con su llegada a la gubernatura de Campeche.

Hasta antes de que declarara abiertamente su intención de competir por la presidencia del PRI, gozaba de las simpatías de los más conspicuos líderes de las tribus tricolores.

El escenario ha cambiado y los apoyos se dividieron; Moreno pretende una elección abierta, con el voto secreto y directo de la base tricolor, porque un acuerdo cupular no lo favorecería.

Dicen que Narro también, aunque como están las cosas en este momento, la única posibilidad de que ganara sería precisamente un acuerdo de la cúpula, pero eso depende de qué tan fuerte es el grupo que los respalda.

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Hoy deberá conocerse al candidato del PAN a la gubernatura de Puebla, si las cabras no se le van al monte al líder Marko Cortés.

La nota es que a quien ponga perderá ante la aplanadora que tiene Morena, salvo que el partido del Presidente se divida en el proceso de selección.

Dos gallos son los de Morena, uno muy, pero muy visto, acusado de canallín y de haber encabezado un movimiento para descarrilar a la fallecida gobernadora Martha Erika Alonso.

Se trata de Miguel Barbosa, quien ayer mostró músculo en Tehuacán.

El otro es el senador con licencia Alejandro Armenta, que hizo lo propio en la capital del estado.

El método de selección en Morena será la encuesta fantasma, ésa que dicen que se hace, pero que nadie conoce y cuyos resultados se tienen que creer como dogma, so pena de arder en el infierno de las redes sociales.

¿Qué partido terminará menos partido?

LEG