El gobernador de Chihuahua, Javier Corral, explica que los abucheos a su persona y los vítores al presidente Andrés Manuel López Obrador durante su gira por aquel estado tienen que ver con la manera como el partido Morena recluta y acarrea a los asistentes a los actos públicos, cada vez que el Presidente viaja por algún estado, y entonces convierte un acto de Gobierno en un mitin de extensión de campaña política.
Argumenta el panista que el objetivo de este tipo de actos en la plaza pública tiene que ver con el performance del mandatario de salir a rescatar a un gobernador abucheado para mostrarse como el único factor de unidad nacional, actuar el rol de que nadie más tendría esa capacidad. Es un montaje con fines propagandísticos.
Este bordado político de generar una percepción de gobernadores abucheados, rechazados, y un Presidente aplaudido y rescatador puede funcionar en la guerra de percepciones políticas, pero no sirve para tratar de cambiar la realidad de la economía de este país.
Claro que, para su clientela política, los analistas, los grupos financieros, los empresarios son adversarios de su proyecto, por lo tanto, los ubica como enemigos del país. Pero azuzar a su muy extensa base de apoyo no cambia la realidad.
No ha habido en los tiempos recientes un Jefe del Ejecutivo de este país con una aprobación tan extensa como la tiene hoy Andrés Manuel López Obrador. Más allá de cuestionar la imparcialidad de cualquier encuesta, es un hecho que tiene comiendo en su mano a millones de mexicanos.
Pero popularidad no es sinónimo de buenos resultados. Ahí están estos dos datos duros como muestra: la confianza del consumidor, que se mide con una encuesta con base en las percepciones, reportó en enero pasado el mejor resultado desde enero de 2001. Pero al mismo tiempo, las ventas de tiendas de autoservicio y departamentales tuvieron su peor caída en cuatro años.
Eso implica consumidores confiados, felices, en línea con las encuestas de popularidad del Presidente, pero que no compran, que no consumen y que no abarrotan las tiendas.
Las estimaciones de crecimiento bajan, y lo que hace el Jefe del Ejecutivo con aquéllos que se atreven a publicar los cálculos matemáticos que resultan en una expectativa menor de crecimiento del Producto Interno Bruto es organizarle una rechifla pública, tal como lo hace con los gobernadores.
Los que se han llevado la peor andanada hasta ahora son los calificadores de Fitch Ratings, que degradaron la nota crediticia de Petróleos Mexicanos.
Hipócritas, cómplices del saqueo fue lo menos que dijo de quien advierte que la petrolera como está es financieramente peligrosa.
La perspectiva negativa de la calificación crediticia mexicana que recién anunció Standard and Poor’s mereció como respuesta la cita de una canción de Vicente Fernández. Y cada vez que hay un pronóstico de un crecimiento menor, siempre habrá “otros datos”, nunca publicados, que según el Presidente marcan lo contrario.
Ojalá la economía subiera con encuestas porque creceríamos más que China.