A sus 25 años, Mónica Ortega es una mujer que ya rompió estereotipos en la Ciudad de México: además de ser psicóloga, es instructora de pesas.
Y es que, afirma, no sólo los hombres musculosos pueden.
La mayor parte de su vida se ha dedicado al deporte. Perteneció al equipo de lucha grecorromana en la escuela y lleva ya cinco años entrenando con pesas; desde hace tres meses ya es instructora.
Para ella, ser psicóloga en rehabilitación y terapia de lenguaje “va de la mano con ser instructora de pesas”.
“En un principio, los hombres que asisten al gimnasio se sacaban de onda de que yo fuera su instructora, pero eso ha cambiado”, afirma, reflexiva.
Ya en el gimnasio, sus compañeros la tratan por igual, como una deportista más, y saben que Mónica es muy capaz en el ámbito de la halterofilia.
Sin embargo, como muchas mujeres en la ciudad, ha sufrido de acoso por parte de algunos alumnos y también afuera, en la calle.
“En el gimnasio guardo mi distancia; sólo los saludo y me alejo. Afuera soy muy impulsiva y sí les contesto, porque me da coraje”, advierte.
“No hay deporte para mujeres o para hombres; todos pueden y deberían practicar alguno, por salud”, asesta Mónica, cuyo lugar de trabajo se ubica en la alcaldía Iztapalapa.
LEG